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Si alguna vez has soñado con un carril exclusivo para motos, donde puedas rodar sin preocuparte de coches, camiones o autobuses queriendo ocupar tu espacio, quizás te interese saber que en Malasia ya lo tienen. Sin embargo, lo que en teoría debería ser un paraíso para los motoristas ha resultado ser más bien una pesadilla. Este supuesto avance se ha transformado en un escenario digno de una prueba extrema, lleno de trampas que ningún piloto en su sano juicio desearía encontrar en la carretera.
En Malasia, las motos no son solo un medio de transporte, sino una parte integral de la vida cotidiana. Con más de 16,7 millones de motocicletas registradas, casi igualando a los 17,2 millones de coches, no es de extrañar que las autoridades hayan implementado medidas específicas para este sector.
Una de esas medidas es el carril exclusivo para motos en las autopistas federales, obligatorio para todos los motoristas. Estos carriles, separados del tráfico general por barreras, se crearon para mejorar la seguridad vial. Sobre el papel suena perfecto, pero la realidad es mucho más oscura, literalmente.
Un reciente reportaje del medio especializado Paul Tan ha expuesto los numerosos problemas que enfrentan los usuarios de estos carriles. Uno de los más graves es la pésima iluminación de los túneles. Muchos tramos son auténticas cuevas en las que el piloto no ve más allá de su rueda delantera, haciendo que cualquier obstáculo sea una sorpresa desagradable. Además, en temporada de lluvias, los carriles se convierten en ríos improvisados. Las zonas bajas se inundan con facilidad, dejando a los motoristas atrapados entre el agua y la impotencia.
Por si esto fuera poco, la falta de mantenimiento ha permitido que el musgo y otras plantas invadan partes del carril, convirtiéndolos en pistas de patinaje sobre ruedas. A esto se suma la acumulación de escombros de construcción, como clavos o trozos de cemento, que parecen haber sido abandonados sin consideración alguna. Si logras sortear estos obstáculos, todavía te queda lidiar con un diseño que a menudo deja los carriles tan estrechos que cualquier maniobra puede terminar en desastre.
Quizás el mayor problema es el aislamiento total de estos carriles. Están completamente separados del tráfico general, lo que significa que si encuentras un accidente, un derrumbe o cualquier obstáculo, no hay forma de salir. La única opción es detenerse y lidiar con la situación lo mejor posible, mientras rezas para que ningún otro motorista venga detrás de ti sin tiempo para frenar. Esta falta de opciones convierte un posible escenario seguro en una trampa que genera más estrés que alivio.
Ante estas condiciones, muchos motoristas malayos prefieren arriesgarse a las multas por no usar los carriles obligatorios. Al menos en el tráfico general tienen la posibilidad de maniobrar y escapar de situaciones peligrosas, algo que no pueden hacer en estos carriles confinados. Para algunos, es un dilema constante entre la seguridad teórica y los peligros prácticos.
La idea de un carril exclusivo para motos podría ser revolucionaria si se implementara correctamente, con un diseño eficiente y un mantenimiento adecuado. Sin embargo, en su estado actual, los carriles para motos de Malasia representan más un experimento fallido que una solución real. En lugar de mejorar la experiencia de conducción, han añadido una capa de complicación que nadie pidió.
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Si tienes curiosidad por ver de qué hablamos, no te pierdas el vídeo de Paul Tan en el que se muestra el recorrido por uno de estos carriles: