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Hay títulos que no cualquiera querría llevar. Y entre los muchos positivos que se ha granjeado este año Pedro Acosta, hay uno no tan benevolente: es el rey de las caídas en MotoGP 2024. Pero tiene buena justificación, porque el de Mazarrón dice (en una entrevista a Speedweek que para lograr buenos resultados y mantenerse en la cima hay que correr riesgos.
La llegada de Acosta a KTM ha revolucionado la estructura, que ve en el piloto español un diamante en bruto. Sin embargo, el plan de los de Mattighofen podría haberse ido de manos con demasiados cambios en la RC16 que han afectado al rendimiento de Acosta. Hasta que Acosta se plantó: “Señores, ya basta”.
Los austriacos reestructuraron su departamento de carreras a mitad de temporadas. Cambios tan grandes como el de sustituir al responsable del desarrollo de la moto durante tres años han planteado si existía una crisis en el box naranja. Pero no: “Creo que en mi parte del box íbamos en una dirección que no era la adecuada en cuanto a lo que necesitaba para ser rápido”, asegura Acosta, que cree que se “perdieron probando muchas cosas, demasiadas”.
La “decisión más inteligente”, valora, fue “volver atrás en un momento determinado porque nadie quiere admitir que ha cometido un error”. Por ejemplo, Acosta ejemplifica con que había determinadas piezas de aerodinámica que “seguíamos viendo si funcionaban o no, y seguíamos comparando la nueva aerodinámica con la aerodinámica de principios de año, lo cual no es normal”. Daba por sentado que si llegaba es porque “ha demostrado ser bueno, pero no”.
Así que se plantó: “Me di cuenta de que hay que ser egoísta: si no se sabe exactamente y una innovación implica ir hasta el final, a menudo es mejor detenerlo todo y decir: ‘Mira, no lo hagas’, y cuando lo probamos, lo intentamos de nuevo”.
En definitiva, supo cuando parar: “Creo que la mejor decisión que tomé fue saber cuándo parar e ir a Austria”. En parte, tuvo mucho que ver el viaje del español a la fábrica en Austria: “No es lo mismo que yo te envíe un correo y me respondas. Es como hablar con una chica: todos son muy valientes por teléfono y luego te sientas frente a ella. Entonces creo que valió mucho”, valora.
También fue clave un test entre las citas de Austria y Aragón: “En Misano me senté allí y dije ‘mira, ¿adónde vamos ahora? Vamos en una dirección en la que no sabemos lo que hay allí’. Nos llevó mucho tiempo parar, pero lo hicimos y tomamos el camino de regreso”, cree.
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“Decir, ‘señores, ya basta’, y eso es lo que quiero”, es lo que espetó Acosta para plantarse. Y aunque no culpa a nadie directamente, valora la necesidad de “tener un círculo muy estrecho que no permita factores externos negativos. Porque cuando las cosas van bien todo es muy fácil. El problema es que cuando las cosas no van bien pueden surgir dudas con mucha facilidad”, sentenció.