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Colle Santa Lucia, un pintoresco y tranquilo pueblo de las Dolomitas con apenas 300 habitantes, ha logrado un sorprendente hito financiero en los últimos tres años. Gracias a un único radar de velocidad, este municipio italiano ha recaudado una ingente cantidad de dinero, especialmente del bolsillo de los miles de motoristas que cada año disfrutan de la carretera que cruza el pueblo.
El dispositivo responsable de esta notable recaudación está situado en el Passo Giau, un conocido paso de montaña muy popular entre los turistas, especialmente los motociclistas. La carretera, que conecta Cortina d'Ampezzo con Selva di Cadore, es famosa por sus espectaculares vistas y sus sinuosas curvas. Sin embargo, la velocidad máxima permitida en esta vía es de 50 km/h, un límite que muchos conductores, ajenos a las restricciones locales, tienden a superar, resultando en numerosas multas.
Así, entre 2021 y 2023, este pueblo de 350 habitantes ha logrado recaudar la suma de 1.265.822 euros, equivalente a aproximadamente 3.616 euros por habitante. El caso de Colle Santa Lucia no es un hecho aislado en Italia. Según la organización de consumidores Assoutenti, el uso de radares de velocidad, conocidos localmente como "Autovelox", ha generado ingresos significativos para muchas localidades italianas.
En 2023, las 20 ciudades más grandes del país recaudaron un total de 585 millones de euros en multas, un aumento del 7% respecto al año anterior. Ciudades como Florencia, Milán y Roma están a la cabeza en cuanto a ingresos por este concepto, con Florencia alcanzando los 18,7 millones de euros, la cifra más alta del país.
El éxito financiero de estos dispositivos ha suscitado un debate sobre su uso y su verdadera finalidad. Mientras muchos argumentan que los radares son esenciales para la seguridad vial, otros los ven como una fuente de ingresos fácil para los municipios.
Autovelox ubicado en Colle Santa Lucia
En respuesta a estas preocupaciones, el Ministro de Transportes italiano, Matteo Salvini, ha anunciado nuevas regulaciones para controlar el uso de los radares. Entre las medidas propuestas se incluye la prohibición de radares ocultos y la necesidad de justificar la instalación de estos dispositivos en función de datos de tráfico y accidentes.
Salvini ha subrayado que los radares seguirán instalándose en puntos peligrosos para mejorar la seguridad vial, pero ha condenado el uso de dispositivos que considera "una tasa oculta" cuando se colocan de manera repetitiva en tramos cortos o en lugares estratégicos para maximizar las multas.
La opinión pública italiana está dividida en cuanto al impacto de los radares de velocidad. Mientras algunos celebran la recaudación de fondos que pueden ser reinvertidos en mejoras locales, otros critican lo que perciben como un abuso de los dispositivos para generar ingresos. Este descontento ha llegado al punto de que un hombre en el norte de Italia, apodado "Fleximan" por los medios locales, fue arrestado por dañar varios radares en un intento de protestar contra su uso excesivo.
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El pequeño pueblo de Colle Santa Lucia se enfrenta ahora a un futuro incierto en cuanto a la recaudación de fondos a través de su radar en el Passo Giau. Con las nuevas regulaciones gubernamentales, es posible que los ingresos derivados de las multas de velocidad disminuyan.