 Redacción Síguenos en WhatsApp |
Para la mayoría de los mortales, los 165 cv que ofrece la Yamaha MT-10 de serie son más que suficientes para disfrutar de esta agresiva naked tanto en carretera como en circuito, escenario este último en el que se desenvuelve a la perfección gracias a la parte ciclo y el chasis heredado directamente de la YZF-R1, la gran superbike de Iwata.
Sin embargo, hay gente para la que esta caballería no es suficiente, y en su afán de por rascar más caballos, acaban creando auténticas bestias. Es el caso de Cassidy Glyde, un motero norteamericano que, aburrido por la falta de prestaciones de su MT-10, decidió comprar un kit turbo a través de Internet y lo instaló él mismo en el garaje de casa.
El resultado acabó siendo un desastre, y solo unas millas después de su instalación, el motor de la Yamaha acabó reventando por el exceso de potencia y la falta de refrigeración. Lejos de tirar la moto al desguace, Cassidy acudió a un preparador cercano, Purpose Built Moto, para buscar una solución y conseguir que su MT-10 sea, además de muy potente, fiable.
Para los chicos de Purpose Built Moto, turbar un motor era algo nuevo; no obstante, sus conocimientos de mecánica ya les indicaban a que a la moto de Cassidy le faltaba refrigeración, y además le alertaron de otro aspecto: la relación de compresión del motor de la Yamaha MT-10 es muy alta, de 12:1, y estos números no se llevan nada bien con sistemas turbo, donde se trabajan con ratios mucho más bajos.
Tras destripar la moto, empezaron por solucionar su desastre interno; los pistones estaban agujereados, así que tocó encargar unos nuevos más resistentes y, además, con un tamaño distinto para intentar bajar la compresión del motor y dejarla en un ratio más funcional de 9.5:1. También reforzaron otras piezas como las bielas, añadieron una válvula de descarga externa y reubicaron el filtro de aire DNA bajo el asiento, sin duda un lugar poco convencional.
Tras revisar la instalación del kit de turbo Garrett, la gente de Purpose Built Moto vio un fallo importante en su diseño; los tubos de retorno de aire al motor estaban pegados a los colectores de escape, y eso evidentemente contribuía a meterle todavía más temperatura a un motor que ya de por sí estaba al límite.
Aprovechando que el dueño de la moto había alargado el basculante trasero en 15 centímetros, reubicaron los conductos del turbo y aprovecharon para añadir dos colectores de escape distintos, uno para enganchar un escape y poder rodar legalmente por carretera, y otro que deja el motor prácticamente a escape libre y sin restricciones. El cambio de uno a otro se realiza en cuestión de minutos con una llave inglesa.
Y para asegurarse de que la temperatura del motor se mantiene dentro de unos números seguros, encargaron un nuevo intercooler a la PWR y lo instalaron de forma lateral, en la parte izquierda, un elemento que sin duda contribuirá a mejorar no solo el rendimiento del motor, también su fiabilidad.
Además, ahora el piloto puede encender hasta dos ventiladores instalados en la parte delantera del motor gracias a un relé que han colocado en el manillar; de este modo, a la hora de circular por ciudad o en situaciones de mucho calor, el dueño de la moto podrá activar los ventiladores a demanda y ayudar a bajar la temperatura.
.jpg)
Con todo esto, y con el turbo configurado a 0,6 bares, el motor de la Yamaha MT-10 aumenta su caballería en 100 cv adicionales, llegando a 260 cv en el banco de potencia usando la salida de escape libre; con el silenciador legal, la potencia se reduce hasta 230 cv, aunque la gente de Purpose Built Moto cree que podrían subir perfectamente el soplado del turbo sin problemas de seguridad para el motor.
Leer también: La moto de este gallego se ha partido en dos en plena etapa del Dakar
En el vídeo que tienes a continuación te cuentan cómo han trabajado en el motor (puedes activar los subtítulos), y en la parte final podrás escuchar esta MT-10 turbada y comprobar su contundente aceleración:
