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A Álex Márquez sólo le queda un domingo más de sufrimiento antes de abandonar el proyecto que arrancó con Honda hace ya tres temporadas y afrontar una nueva e ilusionante etapa en el Gresini Racing, donde el #73 heredará el asiento del futuro piloto del Ducati Lenovo Team, Enea Bastianini, un piloto que este año está demostrando lo competitiva que puede llegar a ser la Desmosedici satélite del equipo dirigido por Nadia Padovani.
Desde hace semanas, y no por falta de ganas, el menor de los Márquez se ha dado cuenta de que le resultará casi imposible cerrar su etapa en Honda dándole un alegría a Lucio Cecchinello, máxime cuando ni él ni Pol Espargaró han tenido la oportunidad de montar las nuevas piezas que HRC le ha dado a Marc Márquez y Takaaki Nakagami para trabajar en la moto de 2023.
Álex lleva tiempo quejándose de que su moto sigue siendo la misma con la que empezó la temporada en Qatar, y ahora que tiene pie y medio en Ducati, el catalán sabe que en HRC le darán poco más que las gracias antes de su despedida, por eso afrontó el último Gran Premio de Malasia sabiendo que le resultaría difícil incluso pelear por los puntos.
"Es triste, pero es algo que ya esperábamos antes incluso de empezar la carrera", argumentó el de Cervera en Sepang, donde acabó 17º. "Ha sido un fin de semana para olvidar, así que antes de empezar, ya le dije al equipo que no se volvieran locos. Esta es nuestra realidad, y es lo que tenemos. Sólo puedes esperar a que Honda te dé una moto mejor".
Márquez no oculta sentir "una sensación extraña en el estómago" viendo que su trabajo dentro del garaje no sirve de nada, y aunque él seguirá comprometido con su equipo hasta la cita final de Valencia, tiene claro que, sin ayuda de HRC, se siente "como un pasajero" cada vez que forma en parrilla y es incapaz de plantarle cara a sus rivales.
"No dejamos de trabajar muy duro en el box, siempre dando el 100%, soy rápido en condiciones de agua y mixtas, donde la moto no es ta importante... pero luego, en seco, no soy más que un pasajero, no puedo hacer nada. Es una sensación muy extraña. Simplemente intentaré acabar en Valencia", dice un apesadumbrado Álex Márquez, que el próximo 8 de noviembre estará subido a su nueva Ducati en el test de Valencia.
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Precisamente es su futura moto, la Desmosedici, la que ahora mismo alegra al bicampeón del mundo cada vez que tiene que afrontar un momento complicado, demasiados ya este año. Álex afirma que "cada vez que tengo un mal día, entro al box y simplemente compruebo dónde están las Ducati. Es lo único que me hace ser positivo y lo que me motiva. Cuando veo todas las Ducati delante, me alegro. No quiero ser muy optimista, pero la moto está ahí", sentencia el piloto español.