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Jack Miller es el piloto del momento en MotoGP. Las dos victorias consecutivas firmadas por el piloto australiano en Jerez y Le Mans le han permitido dejar atrás su discreto arranque de temporada en las filas del Ducati Lenovo Team, colocándose de nuevo los galones de piloto de referencia dentro del box de Borgo Panigale.
El piloto de 26 años ha tenido que esperar siete temporadas para convertirse en un piloto de fábrica dentro de la categoría reina. Lejos queda aquel debut que protagonizó en la categoría reina en el año 2015, al manillar de una Honda satélite, recién aterrizado del Mundial de Moto3, donde había perdido el título frente al español Alex Márquez un año antes.
Miller protagonizó entonces un polémico salto desde Moto3 a MotoGP, es decir, pasó de pilotar una moto de 55 cv de potencia y 90 kilos de peso a un prototipo de 260 cv y 157 kilos, un cambio de categoría que muy pocos fueron capaz de entender en aquel momento.
Uno de los artífices de aquel gigantesco salto fue Livio Suppo. El italiano formaba parte de la dirección de HRC en aquella época, y junto con Shuhei Nakamoto decidió que era el momento de darle a Miller una oportunidad en MotoGP a pesar de que el piloto de Townsville todavía no había cumplido los 20 años de edad.
"Nakamoto y yo nos fijamos en él en 2014, cuando dominaba en Moto3 a pesar de que Alex Márquez acabó ganando el título", cuenta Suppo en una entrevista ofrecida a GPone.com. "Nos parecía que tenía un estilo de pilotaje que podía adaptarse bien a MotoGP, en Moto2 no había nadie que nos entusiasmara especialmente, así que nos centramos en un piloto joven con características que le hacían capaz de llevar una MotoGP".
Livio afirma que Miller no dudó en aceptar la oferta de ir a MotoGP saltándose su etapa en Moto2: "No se lo pensó ni un momento (risas). De haber dudado no le habríamos insistido, pero tanto él como su manager en ese momento, Aki Ajo, estaban contentos con la propuesta. Jack era muy joven, y que HRC le ofreciera un contrato de tres años era una oportunidad importante, significaba que creíamos en él. Además venía de un origen humilde, y para él la oferta era una tranquilidad económica. Creo que fue arriesgado, pero no diría que fue una locura. Los resultados que ha logrado Jack, no sólo ahora, demuestran que no hemos quemado su carrera deportiva".
Suppo recuerda a aquel Miller de 19 años como una persona "muy impulsiva" que en aquel momento no tenía ni idea del compromiso que supone ser un piloto de MotoGP: "Jack era una persona muy impulsiva, él mismo lo admite, como siempre he dicho ha sido al único piloto al que te he tenido que multar en mis 22 años de carrera profesional", recuerda en relación a la multa que le impusieron por sus excesos con el alcohol.
"Al principio no entrenaba lo suficiente, confiaba demasiado en su talento. Quizás de haber pasado por Moto2 donde habría sido rápido de inmediato gracias a su talento, se habría perdido por el camino. Pero en MotoGP se dio de bruces con una realidad muy profesional que le hizo entender que para lograr ciertos resultados hay que sacrificarse", afirma Suppo, destacando el cambio de mentalidad que protagonizó Jack Miller al término de su primera temporada en MotoGP.
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El que fuera team manager del Repsol Honda Team afirma que Miller ha sido el piloto más cabezota con el que ha tenido que lidiar a lo largo de su trayectoria profesional, y recuerda lo ocurrido en 2016, cuando el piloto australiano afrontaba su segundo año en la clase reina: "En 2016 se hizo daño en Austria, en un entreno libre, descubrimos que se había roto una vértebra y se perdió la carrera. Yo soy una persona muy sensible con este tipo de lesiones, pero los médicos de Dorna le dieron el OK para correr en Silverstone. Le llevé a que le hicieran más pruebas y varios médicos me dijeron que era muy arriesgado, que había muchas posibilidades de hacerse mucho daño si se caía. Jack, sin embargo, no quería saber nada, y su mánager tampoco quiso ayudarme. Cada vez que salía a pista, estaba muerto de miedo. En Misano me fui a su motorhome y le dije 'dices que no tienes problemas, pero vas lento, todo el mundo piensa que lo haces de pena y no que tengas mal la espalda'. Ese razonamiento le ayudó a entender los riesgos y a convencerle de que tenía que parar. Es un cabezota y como todos los pilotos no le tiene miedo a nada".
Por último, Suppo insiste en que un piloto con mucho talento no llegará nunca a nada si no le acompaña la cabeza: "Pedro Acosta es un fenómeno, pero para convertirse en un campeón hay un proceso de crecimiento intrínseco, y son muchos los que se pierden en el camino. Jack estuvo a punto de perderse, pero logró volver a su camino y durante un par de años entendió que podía estar delante", finaliza el italiano.