![]() @todocircuitoweb |
De cosechar 16 victorias, liderar el campeonato hasta mitad de temporada y firmar un subcampeonato en su año de debut, Álvaro Bautista ha pasado a pelear por posiciones dentro del top diez y sumar un único podio en las 24 carreras que este año ha disputado a los mandos de la nueva Honda CBR 1000 RR-R.
El piloto español ha clausurado su segundo curso en el WSBK con una novena plaza y un total de 113 puntos, curiosamente los mismos que ha cosechado su compañero Leon Haslam a los mandos de la Fireblade oficial en el que ha sido el primer año de HRC en este paddock como estructura de fábrica después de una ausencia de casi dos décadas.
El piloto natural de Talavera de la Reina ha ofrecido una entrevista al portal oficial WorldSBK.com en la que ha confesado lo difícil que fueron sus comienzos con el proyecto Fireblade 2020 después de bajarse de una moto, la Ducati Panigale V4 R, con la que Álvaro arrasó en las primeras carreras de la temporada 2019 a pesar de que, al igual que la Honda, era una máquina que también debutaba en el WSBK.
"Bueno, sinceramente, hablando claro, la primera vez que probé esta moto pensé '¡mierda! ¡es imposible de pilotar!", revela el español. "Quiero decir, no me gustó nada de la moto, absolutamente nada. En los tests de invierno, ¡nada! Pensé, '¿por qué estoy aquí?'", explica Bautista, que antes de acabar el 2019 ya estuvo rodando con la Fireblade en Aragón, Jerez y Portimao en unos test privados y rodeados de mucho secreto de los cuales no se filtró nada de información.
En enero, Bautista y Haslam ya se juntaron con el resto de pilotos de la parrilla en los test de Jerez, donde las sensaciones siguieron siendo igual de malas: "¡Luego empezamos a trabajar, pero incluso en los tests invernales de enero y febrero tuve muchas dificultades! No tenía feeling con la moto, no pude encontrar el límite y fui tres segundos más lento que el resto; para mí fue como un desastre. Pensé que era el final de mi carrera; creedme, estaba muy, muy preocupado por esta temporada".
La primera ronda de la temporada celebrada en Australia no fue del todo mal teniendo en cuenta que Álvaro no se encontraba nada cómodo sobre la superbike japonesa. Dos sextos puestos en las carreras largas de Phillip Island impulsaron la moral del español, que después del confinamiento por coronavirus se encontró con una moto más acorde a sus exigencias en su primer test post-COVID19: "Afortunadamente, trabajamos mucho en la puesta a punto de la moto, en la electrónica y cuando se reanudó la temporada en Barcelona, empecé a sentirme un poco diferente con la moto. Pensé, '¡guau! ¡Esto es un gran cambio!’, ya que en Japón habían trabajado en la electrónica, en la entrega de potencia, etc., que habíamos pedido después de Australia. Así que afortunadamente dimos un gran paso adelante y comenzamos a ganar confianza”.
En Jerez, a pesar de que los resultados de Álvaro (8º y 7º) estuvieron por debajo de su rendimiento en Australia, el español se dio cuenta de que la moto "había dado un paso más" y eso le llevó a conseguir en Alcañiz su primer y único podio de 2020: "En Aragón vi que podía luchar por los podios, pero luego empecé a traspasar el límite", reconoce Bautista, que sufrió una caída muy fea en la Superpole Rae de Catalunya cuando iba líder de la prueba.
Leer también: Marc Márquez, los "errores de traducción" y cómo esquiva HRC el no a su tercera operación
"Cada vez que intentaba rodar cerca de la parte delantera tenía una caída, porque sobrepasaba el límite. ¡Ahora, estoy convencido de que este proyecto puede llegar a un buen puerto, pero al principio estaba preocupado!", concluye Bautista, confiando en que 2021 será el año en que explote el proyecto Honda en Superbikes coincidiendo con la llegada al paddock de una nueva Kawasaki Ninja ZX-10RR, la moto que ha ganado los seis últimos títulos de manera consecutiva en manos de Jonathan Rea.