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La historia de Cal Crutchlow con las motos no se desarrolla como en la mayoría de los pilotos, que cuando son pequeños, son movidos por la pasión de sus progenitores, o descubren que esa moto de juguete es lo que saca lo mejor de ellos. El británico era futbolista en su infancia. Jugó como delantero en el Coventry, equipo de su ciudad natal, y unos años después, el motociclismo acaparó todo su tiempo.
Llegó a MotoGP en 2011, fichado por el Yamaha Tech3 después de haber corrido varias temporadas en Supersport (fue campeón del mundo en 2009) y en Superbikes. Desde el 2016 forma parte del equipo LCR Honda Castrol y a sus 34 años descarta la idea de dejar de competir, a pesar de que la temporada pasada se planteó la jubilación.
El piloto más crítico de la parrilla de MotoGP afronta la crisis suscitada por el coronavirus en su casa de San Diego, California, junto a su mujer Lucy y su hija Willow. El mundial de MotoGP debería haber comenzado en Austin tras la cancelación de Qatar, y esa es la razón por la que Crutchlow y su familia se encuentran allí hasta que llegue el momento de volar a Europa.
The Race ha publicado una entrevista en la que Cal opina con la sinceridad que le caracteriza, cómo afronta el confinamiento. Su vida familiar marca el ritmo si la compara con el resto de sus compañeros de parrilla: "No lo tomes a mal, pero no tienen nada más en sus vidas que las motos de carreras. Hace tiempo yo era igual, pero ahora tengo otras cosas además de competir. Tengo a Lucy y a Willow, en lugar de estar sentado en casa esperando a la próxima carrera", explica el piloto del LCR. "A todos nos encanta competir, pero estar vivos y seguros es lo más importante del mundo, no las motos de competición".
Las restricciones en California no son demasiado exigentes, pero no por ello Crutchlow se deja la piel entrenando: "Los pilotos están locos. Se están volviendo locos. No tiene sentido para mí entrenar como si estuviéramos en enero porque cuando llegue agosto, estaremos cansados. Cuando no tienes una meta ni una fecha establecida es difícil hacer un plan de entrenamiento, pero déjalos ir a todos y que se cansen. Yo estoy haciendo ejercicio en lugar de entrenar duro. En enero hacía 30 horas con la bicicleta a la semana, y en estos momentos estoy haciendo 22 a un menor ritmo. Me divierto en la bici todo el tiempo que puedo".
Cal es consciente de que en otros países la gente no puede salir de sus casas a entrenar: "Mantengo las distancias de seguridad, salgo solo en lugar de en grupo". Su casa se encuentra cerca de una base militar. Muchos de los caminos están cerrados y puede ver cómo los helicópteros de la policía advierten a las personas que se vayan a casa. "La climatologia ahora mismo es increíble y es bueno poder disfrutarlo. No es bueno porque muchos están atravesando malos momentos, pero hay que aprovechar la situación".
El piloto del LCR Honda Castrol asegura entre risas a The Race que el confinamiento realmente te enseña muchas cosas, como congelar comida. La temporada 2021 ya está programada para que las motos tengan las especificaciones del 2020. Crutchlow sabe que este año y el próximo su moto puede ser competitiva: "Estoy deseando reanudar la competición. Me encanta lo que MotoGP, Dorna, IRTA y la FIM han hecho con respecto a todo porque han mirado por nuestra salud. También están trabajando duro para mantener informados a todos los equipos y pilotos".
El carismático piloto británico se encuentra bien con la Honda, una moto que encaja con su estilo, pero antes de que de comience el mundial de MotoGP le gustaría poder entrenar, puesto que han pasado siete semanas desde que se subió a la moto y cinco meses desde la última carrera de la pasada temporada: "Todo el paddock, no solo los pilotos, necesitarán tiempo libre de presión para retomar la confianza".
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Por último, Cruthlow manifiesta que le encanta correr en moto de velocidad, por eso no suele practicar otras disciplinas a diferencia de sus compañeros: "Me gusta conducir rápido y ser competitivo, asi que no voy a la pista de motocross ni cojo una moto de serie para salir a la carretera. ¡Quiero ir a más de 300 kilómetros por hora y competir con el piloto que tenga a mi lado en el momento en el que el semáforo está en rojo!".