Raúl Fernández ha demostrado este domingo que su talento y velocidad siguen intactos. Y lo ha hecho en Phillip Island, uno de los templos sagrados del Mundial, logrando una victoria histórica, la primera de su vida en MotoGP, que sabe a gloria y, sobre todo, a redención, la de un piloto que por fin se ha quitado una enorme losa de encima.
"No me lo creo, no me lo creo, ahora mismo no me lo creo". El madrileño, en un estado casi de shock, apenas podía articular palabra tras bajarse de su Aprilia del Trackhouse Racing. La victoria no estaba en el guion. "Tenía claro el planteamiento de carrera, no pensaba que podíamos ganar, pensaba que con un poquito de suerte gestionando todo podíamos luchar por el podio", confesó al micrófono de DAZN.
El triunfo de Fernández, que le convierte en el cuarto piloto en ganar con la Aprilia (tras Aleix Espargaró, Maverick Viñales y Marco Bezzecchi), se cocinó gracias a la astucia. La carrera se rompió con la doble sanción de long lap a Marco Bezzecchi, pero Raúl ya había jugado sus cartas estratégicamente contra Pedro Acosta.
"Cuando he salido a carrera me he sentido muy bien [...] sobre todo con Pedro no me he calentado, he intentado sinceramente que entrara un poco al juego", explicó. Sabía que su rival gastaba más goma. "Veía que derrapaba mucho y sabía que si me ponía un poquito delante [...] él iría con el gancho. Ha entrado un poquito al juego y esto me ha ayudado a romper la carrera".
Con la pista libre, Fernández impuso un ritmo de martillo pilón, abriendo un hueco que llegó a superar los tres segundos. Parecía una balsa de aceite, pero Phillip Island es traicionero. El viento y el desgaste de gomas convirtieron el final en una agonía. "Es verdad que las últimas tres o cuatro vueltas, viendo un gap de 3 segundos he decidido gestionar, coger aire, estar tranquilo y no cometer errores".
Pero el error llegó. Un error que casi le cuesta la carrera y que explica su declaración inicial. "Ha habido una vuelta que me he asustado hasta yo", relató."Me he quitado el tear-off y no podía enganchar el manillar, he tenido que frenar con una mano y enganchar".
El manillar se negaba a volver a su mano izquierda, castigada por el esfuerzo en el trazado australiano. "Con el viento no podía coger el manillar. Cuando he intentado quitarme el tear-off y meter la mano [...] me ha costado".
Ese susto le hizo perder tiempo vital. "Cuando he visto que perdía tres décimas he vuelto a coger aire y he dicho, vamos a calmarnos". La amenaza de Di Giannantonio, que venía volando, era real. "Me preocupaba un poco más Diggia porque iba viendo la televisión y veía que llegaba", admitió. Pero la ventaja era suficiente.
Ganar así, en ese escenario, es un sueño. "Creo que es el sueño de todo piloto, ganar en Phillip Island, queda muy grande", dijo. "Aún tengo que asimilar la palabra ganador de Gran Premio. Han sido muchos años fuera de esto, fuera de ser tan competitivo".
Esos "muchos años" esconden un calvario personal. La victoria cierra una de las etapas más complicadas para el piloto español. "Bueno, al final, ya no era el hecho de seguir en MotoGP o no, sino ser feliz y no lo estaba pasando bien".
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Fernández desveló una cumbre en Jerez que lo cambió todo. "Fue un punto difícil para mí. Nos fuimos a tomar una pizza antes del test [con su jefe de mecánicos y entrenador], y dijimos 'mira, si mañana le damos la vuelta bien, sino tenemos que buscar una solución porque yo no soy feliz'".
El madrileño habló sin tapujos de su depresión deportiva: "No salían las cosas, yo ni siquiera puedo levantarme por las mañanas con una sonrisa y creo que eso es lo más importante de la vida y no lo hacía".
El equipo y la familia fueron su salvavidas. "Ellos me ayudaron, me transmitieron calma". Decidieron "empezar a hacer la base poco a poco, es hacer una casa. Cuanto más rápido la quieras hacer más rápido se destruye". Un trabajo de hormiga "sin pensar que este momento podía llegar este año".
Por eso, la dedicatoria fue directa al corazón. "Gracias a mi equipo y gracias a mi familia. Muchos momentos malos". Y señaló a su roca: "A nivel personal con mi familia somos uno [...] Mi hermano es la persona más importante que tengo y que me apoya, gracias a él estoy aquí".
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Su hermano Adrián, piloto de Moto3, fue, además, profeta. Raúl relató la anécdota previa a la carrera: "Normalmente cuando son nuestras carreras [...] hacemos nuestro gesto y nos vamos. Sin embargo, cuando he vuelto al box [...] él ha venido y me ha dicho: Hoy es tu día, disfrútalo". Vaya si lo hizo.