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Cuando parecía que el 'culebrón' entre Jorge Martín y Aprilia estaba abocado a una lenta y agónica guerra de trincheras en los despachos de los abogados, ha surgido una propuesta tan inesperada como revolucionaria desde el entorno del piloto. Albert Valera, mánager del vigente campeón del mundo, ha puesto sobre la mesa una solución inspirada directamente en la Fórmula 1, un mecanismo que podría desatascar la situación y que, en su día, permitió a un tal Michael Schumacher cambiar de equipo y empezar a forjar su leyenda.
La iniciativa, según ha adelantado el portal italiano Motosprint, llegó a través de una comunicación directa del propio Valera. "Hola, ¿todo bien? Querría someter a vuestra atención el siguiente protocolo, ya vigente en la Fórmula 1 desde hace años. Si también nosotros siguiéramos ciertos parámetros, el proceso de aceleración sería mucho más rápido", rezaba el mensaje del mánager. La propuesta es clara: adoptar un sistema similar al de la F1 para resolver disputas contractuales y evitar un bloqueo que no beneficia a nadie.
Pero, ¿en qué consiste exactamente esta "vía Schumacher" que propone el entorno de Martín? Se trata de la implementación de un organismo similar al Contract Recognition Board (CRB) o Junta de Reconocimiento de Contratos de la Fórmula 1. Este ente, creado en 1991 por la FIA y las propias escuderías para evitar precisamente conflictos como el que ahora se vive en MotoGP, es la máxima autoridad para dirimir la validez de los contratos de los pilotos.
El funcionamiento del CRB es la antítesis de un largo y costoso proceso judicial en los tribunales ordinarios. Se trata de un tribunal de arbitraje deportivo privado, compuesto por abogados independientes y especializados en la materia. Cuando surge una disputa, ambas partes presentan sus contratos y sus argumentos.
El CRB los examina y, en un plazo extraordinariamente corto que suele oscilar entre las 48 y las 72 horas, emite una sentencia vinculante y definitiva sobre qué contrato tiene validez. Sus ventajas son evidentes: rapidez, confidencialidad y, sobre todo, una estabilidad deportiva y financiera para el campeonato que evita que las disputas se eternicen.
Para ilustrar la eficacia de este sistema, Valera pone sobre la mesa el ejemplo más famoso de su aplicación: el caso de Michael Schumacher en 1991. Tras un debut absolutamente estratosférico con el modesto equipo Jordan en el Gran Premio de Bélgica, el joven talento alemán atrajo la atención inmediata de las grandes escuderías. La Benetton de Flavio Briatore se movió con una rapidez endiablada y, a pesar de que existía un acuerdo inicial para que Schumacher corriera el resto de la temporada con Jordan, lo fichó para la siguiente carrera en Monza.
Aquello desató una batalla legal en la que el equipo de Sir Eddie Jordan intentó impedir por todos los medios que su nueva estrella pilotara para Benetton. Sin embargo, al no existir un contrato formal y debidamente firmado entre Jordan y Schumacher, el CRB dio la razón al piloto alemán, permitiendo su paso a Benetton, el equipo con el que años más tarde ganaría sus dos primeros títulos mundiales. Casos como el de Jenson Button en 2004 o el más reciente de Oscar Piastri en 2022 también fueron resueltos por esta vía.
La propuesta de Albert Valera es, por tanto, mucho más que una simple sugerencia. Es un llamamiento a la modernización de las estructuras de MotoGP, una invitación a adoptar un mecanismo que ya ha demostrado su eficacia en la élite del automovilismo para resolver de forma rápida y definitiva un conflicto que amenaza con enquistarse.
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En lugar de un "divorcio" traumático en los juzgados, el entorno de Martín aboga por un arbitraje deportivo ágil que determine la validez de la famosa cláusula de rendimiento y permita a todas las partes planificar su futuro con certeza. La pelota, ahora, está en el tejado de MotoGP.