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Por más que lo intente, Toprak Razgatlioglu no puede disimularlo: la frustración empieza a calar. El campeón mundial y piloto estrella de BMW vive una temporada 2025 marcada por un obstáculo inesperado: el regreso al viejo chasis. Un revés reglamentario a última hora que, en sus propias palabras, "lo cambió todo".
Recordemos que justo antes del inicio de temporada, el reglamento del WSBK obligó a BMW a abandonar su chasis modificado apenas semanas antes del inicio del campeonato, y eso ha supuesto un duro golpe para la marca alemana, pero especialmente para Razgatlioglu. Porque, aunque ha sumado victorias y resultados destacados, el piloto turco tiene claro que cada podio le cuesta el doble. "Tengo que esforzarme como un animal en cada vuelta", reconoce. “Conducir al límite ya no es una elección estratégica, es una condición constante”, asume, incluso.
Y ese límite tiene un precio. En Cremona, por ejemplo, aguantó durante las primeras vueltas el empuje de Nicolo Bulega, pero a partir de la décima el ritmo se vino abajo. No por falta de talento, sino por falta de moto. La Ducati oficial del italiano, con mejor agarre y mayor estabilidad en curva, acabó abriendo una brecha insalvable: "El problema sigue siendo el mismo: nos falta agarre en la fase de rodadura, cuando dejas de frenar y todavía no puedes acelerar", explica Toprak. "Todo está conectado al chasis. Si no puedes girar bien, si la moto no frena bien… Entonces tienes que compensarlo todo con el cuerpo. Y eso agota".
BMW ha logrado mejoras en motor y aerodinámica respecto a 2023, pero el talón de Aquiles sigue presente. En condiciones de alta temperatura o circuitos muy técnicos, la desventaja es más evidente. Y mientras Honda y Yamaha pueden usar chasis de concesión especial, y Kawasaki ha apostado por Bimota, BMW se ve atada a una moto homologada sin margen de maniobra.
"Esto es muy difícil para mí, pero parece imposible cambiar nada. Tienen que cambiar las reglas, necesito el otro chasis", dejó bien claro el turco.
Sin embargo, incluso en este escenario adverso, Toprak intenta encontrar una motivación personal: "Estoy aprendiendo a pilotarde otra manera. Ya me pasó con la Yamaha, que era muy lenta en rectas y me obligó a mejorar mi estilo", recuerda. "Ahora pasa algo parecido. Cada carrera es una lección, aunque muchas veces parece imposible cambiar las cosas".
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Para alguien que ha ganado más de 60 carreras en el Mundial, no poder relajarse ni una vuelta no es un reto menor: “Este año nunca puedo desconectar. Incluso en la primera curva de Cremona, tengo que concentrarme como si fuera el final de carrera. Porque si no lo hago, la moto no responde”, dice sin rodeos