![]() Síguenos en WhatsApp |
Que Jorge Martín es un tipo de extremos, lo sabíamos. Pero ahora lo dice él mismo, sin anestesia: del subidón de ser campeón del mundo con un equipo satélite al bajón de quedarse en boxes por una lesión. El piloto madrileño, actual campeón de MotoGP y flamante fichaje de Aprilia Racing, se ha sincerado como pocas veces en el podcast de Aleix Espargaró, grabado entre vistas de vértigo desde uno de los pisos más altos de Andorra, la nueva residencia del probador de Honda. Un escenario a la altura de las confesiones.
Martín no ha podido ni oler el arranque del campeonato. La culpa, una inoportuna lesión en el escafoides de la mano izquierda mientras entrenaba haciendo Supermotard. Tiene previsto volver en Qatar, y lo hace con ganas, pero también con la mochila emocional bien cargada: “Ha sido muy bestia, y creo que de venir tan arriba, la hostia ha sido mucho más grande, el acantilado que estoy atravesando. Forma parte de nuestro deporte, afrontándolo de la mejor forma que sé. Hace nada estaba en la cima y ahora en la parte más baja, lesionado”.
Pero no todo en la vida de Jorge es sufrimiento y muletas. También hay momentos de reflexión, de esos que llegan cuando uno estrena casa. “Anteayer estaba en la sauna de mi casa, mirando mi casa, que la estrené en enero, y veía toda la casa y decía ‘Jorge, que vienes de no tener nada, y mira dónde estás’”.
Recordó sus primeros días en Andorra, cuando no tenía ni wifi y tiraba del router del representante de pilotos Albert Valera para descargarse Netflix. "Me acordaba de que, cuando llegué a Andorra, me descargaba Netflix de la planta dos de (Albert) Valera, que tenía wifi. Yo no tenía ni wifi en casa. Me lo descargaba en el iPhone y me iba a verlo al sofá. Hace 7 años. De ahí a tener ahora mi casa, mis coches... es increíble".
Entre confesiones, también hubo espacio para alguna espinita. Jorge admite que le habría gustado pasar por la universidad. “Cuando vine a Andorra con 17 años fue una etapa de mucha soledad, la gente de mi edad se iba fuera a estudiar... Me habría gustado vivir esa época”. ¿Y qué habría estudiado? Nada de económicas ni derecho: “Me habría gustado fisioterapia, algo relacionado con el cuerpo, me gustaba biología, ciencias puras. Lo dejé en 2º de Bachillerato, se me hizo bola”.
En cuanto a los arrepentimientos, tiene uno muy concreto: su caída en Alemania 2017: “Me habría gustado no tenerla, porque ahora podría salir a correr y hacer muchas cosas que no puedo hacer. Pero de esa caída hay aprendizajes que me han llevado a ser campeón del mundo. No me arrepiento de nada”.
Uno de los momentos más duros de la charla fue cuando recordó cómo se enteró de que Ducati no contaba con él para el equipo oficial y apostaba en su lugar por Marc Márquez. “Me fui al motorhome llorando. Vi ese ambiente en el parque cerrado, ese aura, y dije ‘ya no quiero estar aquí’”. Todo se cerró en cuestión de horas: “Estaba con mi fisio y mi pareja, y llega Valera y dice ‘Jorge, nos vamos’. Y entonces supe que no salía Ducati. Así que dije ‘vale, nos vamos a buscar otra cosa’, directo”.
La otra cosa fue Aprilia, claro. Y, por sus palabras, no parece una elección de segundas. “Pensaba que Aprilia era donde iba a ser más feliz, y así lo es. Estoy orgullosísimo”. Y con los objetivos claros: “Estoy convencido de que voy a ganar con esta moto. El llevar a una marca que nunca ha ganado el mundial a poder ganarlo es mi objetivo número uno”.
El cambio más profundo, asegura, ha sido mental. “Mi cambio radical fue del 2023 al 2024. Empecé a trabajar más a nivel mental. Antes todo eran nervios, malestar, me enfadaba mucho con mi equipo simplemente porque no salían las cosas... Luego aprendí que la presión estará ahí sí o sí”.
Leer también: Marc Márquez opina como Ducati: no a que Jorge Martín se pruebe sobre una MotoGP
Con esa cabeza más fría y la determinación más caliente que nunca, Jorge Martín se prepara para volver en Qatar, subirse a la Aprilia y seguir escribiendo su historia. Una que, como él mismo dice, ha tenido de todo: bajones, saunas reflexivas, Wi-Fi robado y sueños mundiales. Y lo mejor, parece, aún está por venir.