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En las colinas de Kulnura, una tranquila localidad del interior de Nueva Gales del Sur, Australia, se esconde uno de los secretos mejor guardados del mundo del motor: un circuito privado de 5,1 kilómetros, conocido como The Farm. Este complejo único, construido en los años 90, es el resultado de la visión y pasión de Dean Wills, antiguo director ejecutivo de Coca-Cola Amatil, quien decidió convertir su problema con la velocidad en una solución a medida.
El circuito, invisible desde las carreteras principales y accesible únicamente por invitación, ha vuelto a ser noticia recientemente gracias a los curiosos de Google Maps, que redescubrieron esta joya oculta mientras exploraban imágenes aéreas de la zona.
Todo comenzó en 1996, cuando Dean Wills perdió su carné de conducir tras ser detenido por exceso de velocidad en la Pacific Highway mientras conducía un Ferrari Testarossa. En lugar de limitar su pasión por los coches, Wills decidió que la solución era crear un lugar donde disfrutar de sus vehículos sin las restricciones del tráfico ni el riesgo de comprometer la seguridad de otros.
Según declaraciones de su hijo, Mark Wills, la idea principal era garantizar un entorno seguro para conducir: “Necesitábamos un lugar donde pudiéramos disfrutar de la conducción sin enfrentarnos a situaciones peligrosas. La seguridad era lo más importante.”
En 1998, tras tres años de trabajo y una inversión estimada en 10 millones de dólares, el circuito privado estaba listo. Con 22 curvas y dos rectas de 550 metros cada una, The Farm no sigue las convenciones de los circuitos de carreras tradicionales. Diseñado intencionalmente para parecer una carretera rural, carece de barreras, escapatorias o pianos. Además, cuenta con señales de tráfico estándar que indican las velocidades recomendadas para cada curva.
“No hacemos tiempos de vuelta; la única forma en que medimos la experiencia es cuánto dura la sonrisa después de pilotar,” declaró Dean Wills en una ocasión.
El circuito se convirtió rápidamente en un lugar de culto para los amantes del motor. Leyendas del automovilismo como Casey Stoner, Wayne Gardner y Jackie Stewart han rodado en sus instalaciones, describiéndolo como uno de los mejores trazados privados del mundo. Gardner incluso llegó a compararlo con el icónico circuito de Suzuka, Japón, calificándolo como su “segundo favorito”.
El circuito no solo es impresionante por su diseño, sino también por la colección de vehículos que lo ha pisado. Durante años, The Farm fue el hogar de un catálogo envidiable de superdeportivos y vehículos de competición. Desde modelos de Lamborghini, Porsche y Ferrari, hasta coches de rally como el Mitsubishi Lancer Evo y el Subaru Impreza WRX, el lugar albergaba todo tipo de máquinas diseñadas para la velocidad.
Entre las joyas más exclusivas que circularon por su asfalto destaca un McLaren de competición, conocido por ser uno de los pocos vendidos a clientes privados.
Aunque el circuito se mantuvo alejado de la vista pública, The Farm no pasó desapercibido para las grandes marcas ni las autoridades locales. Fabricantes como Yamaha y Porsche han utilizado el trazado para eventos privados y lanzamientos de modelos, mientras que la policía de Nueva Gales del Sur ha practicado en el circuito maniobras de persecución a alta velocidad.
La propiedad, que incluye el circuito y las instalaciones asociadas, fue vendida en 2020 por 7,5 millones de dólares. Actualmente, su nuevo propietario, un entusiasta de Porsche, organiza jornadas de pilotaje exclusivas para un máximo de 12 vehículos al día, manteniendo la atmósfera de exclusividad que siempre caracterizó a The Farm.
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A pesar del fallecimiento de Dean Wills en 2021, su legado sigue vivo en The Farm. En palabras de Patrick Honeine, un afortunado que tuvo la oportunidad de pilotar en The Farm: “Es un lugar increíble. Cuando llegas, parece una carretera normal, pero al entrar te das cuenta de que estás en un paraíso para los amantes del motor.”