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En Buenos Aires los motoristas ya no pueden salir solos sin que les roben a punta de pistola

Publicado el 17/12/2024 en Otras noticias

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TCJavier Ortega
@todocircuitoweb

Montar en moto por las calles de Buenos Aires se está convirtiendo en una actividad de alto riesgo. En el último año, el robo de motocicletas ha alcanzado niveles alarmantes, casi duplicándose según el "Indicador Ituran", que monitorea la recuperación de vehículos robados. Pero lo que más preocupa no es solo la cantidad, sino el estilo: el 68% de estos robos ocurre a mano armada.

No hablamos de cualquier moto. Los delincuentes tienen predilección por las máquinas de alta gama. Aunque las más codiciadas son la Honda Titan 150, Bajaj Rouser 200, Honda Twister 250, Yamaha FZ 250 y Honda Tornado 250 por su mayor índice de ventas, son los propietarios de motos de alta cilindrada los que de verdad sienten auténtico pavor cada que sacan sus joyas del garaje. Tener una BMW S 1000 RR o una Ducati Multistrada es, en Argentina, comprar muchos boletos para que te pongan un revolver en la cara.

Si planeas circular por el Área Metropolitana de Buenos Aires, ármate de paciencia… o de escolta. Los focos de riesgo se concentran en el sur y oeste del conurbano. Zonas como Caseros o Camino Negro tienen una reputación tan temida que incluso los mismos motoristas prefieren evitarlas. “La Panamericana está picante”, comentaba uno de ellos, refiriéndose a los constantes robos en esta autopista. Otros advierten: “No vayas por RIchieri ni por la 205, evitalas”.

La dinámica es casi siempre la misma: los ladrones van en parejas, montados en motos más modestas que luego usarán para robar máquinas más potentes. Se colocan a la par, apuntan con un arma y dan un ultimátum: "La moto o la vida". Y no es un dicho: los relatos de motociclistas cuentan episodios en los que disparan sin contemplaciones, incluso si no hay resistencia.

Por ejemplo, un motorista narró al Diario Clarín un episodio aterrador en la Panamericana: "Se me cruzaron con una moto delante, uno sin casco, y sin decir nada empezaron a dispararme. Me tiraron cinco tiros, pero no me pegaron. Frené de golpe y el segundo delincuente, que venía a 150 o 160 km/h, me impactó por detrás. La moto quedó partida, y el otro cayó al asfalto. Pensé que iba a rematarme, pero al ver que los autos se detenían, se dieron a la fuga". Este motorista terminó en el hospital, pero con suerte vivió para contar la historia.

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No siempre hay esa fortuna. Otro testimonio cuenta cómo a un motociclista le pegaron un tiro en plena autopista para robarle su moto, una máquina de alta gama. "Me dispararon, me caí al piso y me apuntaron a la cabeza. Les di el casco y todo, les rogaba que no me mataran. Al final, se fueron con la moto y el casco, mientras yo sangraba en el suelo".

Ante este panorama, la comunidad motera ha adoptado estrategias para minimizar riesgos. Salir en grupo es una de las recomendaciones más populares. “Nunca menos de dos o tres motos juntas”, afirman. Además, prefieren circular por autopistas y utilizar intercomunicadores para alertarse ante cualquier situación sospechosa. “Con el intercomunicador, podemos comunicarnos a más de un kilómetro. Si algo pasa, avisamos rápido o marcamos el 911 con solo tocar un botón”.

No obstante, incluso en grupo, el miedo sigue presente. “Siempre vamos atentos. Mantenemos una disciplina de marcha: todos juntos, contacto visual constante, y nunca por el carril lento. En cuanto vemos algo raro, aceleramos”.

¿Por qué roban estas motos? Los expertos y aseguradoras coinciden: muchas son desmanteladas para vender sus piezas en el mercado negro. Pero también hay un componente de ego: “Es un fetiche, robar una BMW o una Ducati es como un trofeo para ellos”, comenta un motorista. Algunos casos terminan en redes sociales, donde los delincuentes muestran las motos robadas, como si fuera una hazaña. “Suben videos quemándolas, desmantelándolas o usándolas para correr en campos. Es una locura”.

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Esta ola de violencia no solo afecta a los motoristas individualmente, sino también a la camaradería que los caracterizaba. Antes, un saludo en la ruta era signo de fraternidad; ahora, genera desconfianza. “Antes te cruzabas con otro motociclista y lo saludabas. Hoy, no sabes si es un colega o un chorro que te viene a robar”.

Incluso las libertades básicas están siendo limitadas. Un motorista compartió que ha dejado de viajar a provincias cercanas: “Queríamos ir a Cañuelas, pero evitamos la zona porque sabemos que es un punto caliente. Es triste, porque ni siquiera podemos disfrutar nuestras motos en paz”.

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Clarín ha elaborado un reportaje que puedes ver a continuación:

Tags: Argentina, Buenos Aires, robos, policia, ladrones.


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Diegozando 17 de Diciembre de 2024 a las 21:40

Plomo a los motochorros

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