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Max Wrist, conocido entre los amantes de las dos ruedas como el hombre que desafía las leyes de la física y las de tráfico, ha vuelto a ser detenido. Esta vez, el escenario ha sido la icónica carretera Tail of the Dragon, un paraíso para los moteros y un infierno para los agentes de tráfico. Sin embargo, esta nueva detención no es por sus habituales excesos de velocidad ni por su afición a los caballitos en plena carretera. No, esta vez el problema viene de algo más turbio: una mentira, un accidente y un policía con memoria.
Hace meses, Max estaba rodando por la misma carretera cuando grabó el accidente de otro motorista. Según el youtuber, se limitó a documentar el incidente, pero cuando la policía le pidió el material grabado, él negó tenerlo... para luego publicarlo en su canal de YouTube. Ahora, ese mismo agente, al cruzárselo recientemente, no pudo resistirse a ajustar cuentas.
La acusación es clara: Max mintió al negar la existencia de la grabación, lo que supone obstrucción a la justicia. Además, se le suman cargos por exceso de velocidad al circular a más de 145 km/h en una zona limitada a 50 km/h, porque si algo caracteriza a Max es su capacidad para convertir cualquier carretera en un circuito.
En respuesta a todo esto, Max y su esposa han publicado un vídeo en su canal de YouTube donde explican su versión de los hechos. Según ellos, la detención ha sido exagerada y casi una caza de brujas. En el vídeo, titulado “The Truth About Max Wrist’s Arrest”, Max asegura que no entregó el vídeo porque “nadie me dijo oficialmente que lo necesitaban”. Según su versión, pensó que, como no era el implicado directo en el accidente, su material no era relevante.
Su mujer, claramente indignada, ha añadido que toda la situación ha sido “una humillación innecesaria” y que la policía ha actuado de forma desproporcionada. “Nos tratan como si fuéramos criminales peligrosos, cuando lo único que hacemos es grabar vídeos de motos. Todo esto no tiene sentido”, declaró en el vídeo. En una parte más emocional, también defendió que Max no es el tipo de persona que quieren pintar: “Él ama las motos, ama lo que hace, y nunca haría nada para poner a otros en peligro a propósito”.
Sin embargo, hay algo que sigue chirriando. En otro momento del vídeo, Max admite que no puede garantizar que nunca haya sobrepasado los límites de velocidad, pero minimiza el impacto de sus acciones: “Sí, voy rápido a veces, pero eso no significa que sea un delincuente. Mucha gente va rápido. Yo simplemente lo grabo”.
Por supuesto, estas declaraciones no han calmado las aguas. En los comentarios del vídeo, los seguidores más leales aplauden a Max como si fuese un mártir, mientras que sus detractores lo acusan de irresponsable y de convertir las carreteras en una ruleta rusa.
La resolución del caso de Max Wrist ha tenido un desenlace que mezcla resignación y pragmatismo. Tras meses de idas y venidas judiciales, con continuos cambios de fiscal y una escalada de ofertas de penas que llegaron a incluir hasta diez años de libertad condicional o dos años de cárcel, Max y su abogado decidieron aceptar un acuerdo.
Finalmente, se le imputaron tres cargos menores que conllevaron únicamente el pago de costas y multas. Max explicó en su vídeo que, aunque se consideraba inocente y estaba convencido de que la falta de pruebas le favorecía, el coste emocional, logístico y económico de volar repetidamente entre California y Tennessee para asistir a las audiencias terminó inclinando la balanza hacia la aceptación del trato. “A veces hay que saber cuándo dejarlo ir”, comentó Max en un tono que mezclaba frustración y alivio, asegurando además que no volverá a rodar por la Tail of the Dragon para evitar futuros problemas con el mismo agente que, según él, todavía guarda rencor.
Este no es el primer encontronazo de Max Wrist con las autoridades. En 2017, cuando todavía estaba destinado como militar en Italia, fue condenado a dos años de prisión por conducción temeraria en las carreteras del norte del país. En aquella ocasión, sus propias cámaras, que grababan en glorioso 4K, le jugaron una mala pasada, ya que permitieron a la policía italiana identificar sus motos: una BMW S1000RR y una Honda CBR1000RR. Aquello le costó no solo la prisión -en este caso, en una cárcel militar en Europa-, sino también su carrera en el ejército y una fama que parece perseguirlo a ambos lados del Atlántico.
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Te dejamos con el vídeo en el que Max Wrist lo explica todo: