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El mundo de las motos pierde una joya única. Ariel Motor Company, esa pequeña pero legendaria firma británica que lleva más de 150 años haciendo historia sobre dos ruedas (y cuatro, porque también se dedican a coches), ha puesto punto final a la producción de su emblemática naked Ariel Ace. Sí, esa bestia impulsada por el motor Honda V4 que enamoró a los puristas y a los amantes de lo artesanal desde su lanzamiento en 2014.
La última unidad de esta maravilla ha salido ya de la fábrica, luciendo un espectacular diseño inspirado en los míticos colores Gulf: naranja y azul, un homenaje a la velocidad y el estilo. Este "último mohicano" ha sido bautizado con el apodo de “The Last One”, y fue ensamblado con mimo por el técnico Joe Green, quien confesó sentir una mezcla de orgullo y nostalgia al despedirse del modelo: “Ha sido un momento emocionante terminar la última Ace. Nos encanta construir estas obras de arte y esperamos seguir viéndolas regresar al taller para su mantenimiento. Es como reencontrarse con viejos amigos”.
¿Y qué hacía tan especial a la Ariel Ace? Bueno, comencemos por su motor. Bajo ese chasis artesanal de aluminio billet, tallado como si fuera una escultura moderna, latía un Honda V4 de 1237 cc. Sí, el mismo que daba vida a la VFR1200F, una sport-tourer japonesa que destacaba por su potencia y fiabilidad. Con unos más que respetables 173 cv, este motor ofrecía dos opciones de transmisión: el clásico cambio manual o el moderno y práctico DCT semiautomático.
Era una naked que no solo miraba al rendimiento, sino también a la personalización extrema. Ariel permitía configurar la Ace al gusto del cliente: ¿prefieres un frontal con horquilla de tipo 'girder' que parece salido de una nave espacial? Hecho. ¿Eres más de suspensiones convencionales? Sin problema. Además, podías ajustarla como cruiser, café racer o incluso algo intermedio, dependiendo de tus caprichos moteros.
Durante sus 10 años de producción, la Ace no se conformó con ser “una más” en el mercado. Ariel lanzó varias versiones especiales que hicieron babear a coleccionistas y entusiastas. La Ace R, por ejemplo, ofrecía un rendimiento más deportivo para quienes buscaban sensaciones fuertes en cada curva, mientras que la Ace of Diamonds era todo lujo, con acabados exclusivos que la hacían destacar como una obra de arte.
Por otro lado, la Iron Horse apelaba a los aventureros con su diseño robusto y una estética más agresiva, mientras que la Black Edition conquistaba a quienes buscaban una naked discreta y elegante, con un acabado oscuro que rebosaba sofisticación. Cada una de estas ediciones demostraba el compromiso de Ariel con la personalización y la calidad artesanal, dejando claro que no fabricaban motos, sino auténticas joyas rodantes.
Aunque esta despedida marca el final de una era para Ariel, la compañía no está ni mucho menos lista para colgar el casco. Según su director, Simon Saunders, el legado de Ariel sigue siendo una fuente de inspiración para lo que viene: “La historia de Ariel está profundamente ligada a las bicicletas y motocicletas, y queremos asegurarnos de que este legado siga alimentando nuestro futuro. Ya estamos explorando nuevas posibilidades para una moto Ariel diferente. ¡Estad atentos!”.
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¿Qué significa esto? Quizá estemos ante un giro de guion emocionante. Ariel ha demostrado con la Ace que puede combinar la tradición y la innovación en dosis perfectas. ¿Nos sorprenderán con una moto eléctrica? ¿O seguirán apostando por motores icónicos como hicieron con el V4?