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Las deportivas de media cilindrada vuelven a estar de moda, aunque lejos del concepto clásico de las Supersport de 600 cc y cuatro cilindros que durante años dominaron el mercado. Hoy en día lo que triunfan son motores de similar cilindrada pero con menos cilindros, máquinas como la Yamaha R7, la Aprilia RS660 o la Kawasaki Ninja ZX-4R, esta última dotada de un propulsor tetracilíndrica que roza los 80 cv de potencia.
Diseñadas a imagen y semejanza de las grandes superbikes, estas supersport de nueva generación están encandilando a la nueva hornada de motoristas con el carnet A2 en sus manos; son motos ideales para empezar, con prestaciones más que suficientes para ser ágiles en carretera abierta, vienen bien dotadas en cuanto a suspensiones y frenos y, por si fuera poco, su aspecto racing enamora a cualquier chaval de veintitantos que está buscando su primera deportiva.
Cada vez es mayor el número de marcas que se animan a entrar en un segmento que, hasta hace sólo unos años, parecía estar abocado a su extinción. Suzuki es de los pocos fabricantes que no cuentan con una candidata dentro de la categoría de supersport, pero la llegada de la nueva naked GSX-8S podría ser el argumento que necesitan los de Hamamatsu para dar forma a una nueva deportiva, sobre todo ahora que la GSX-R 1000 ha desaparecido de su catálogo al no haberse adaptado a la normativa Euro5.
Un simple vistazo al catálogo actual de Suzuki deja ver las carencias la marca japonesa en lo que a motos deportivas se refiere; la que fuera pionera de las primeras superbikes con su GSX-R 750 sólo cuenta, a día de, hoy con un modelo de esta rama disponible al gran público, la GSX-R125, con sólo 15 cv de potencia y enfocada al carnet de coche convalidado. También podría entrar en esta ecuación la recientemente renovada Hayabusa 1300, aunque su enfoque tira más hacia el sport-turismo por peso y comportamiento.
Desde luego, la marca de la gran 'S' necesita con urgencia un modelo deportivo asequible para no quedarse totalmente fuera del mercado de motos racing, y la GSX-8S es su mejor baza; al igual que ha hecho Yamaha con su R7 -con chasis y motor de MT07-, los de Hamamatsu lo tienen fácil para seguir la misma dinámica y vestir a su naked con un carenado e instalar unos semimanillares que transformen por completo su concepto de pilotaje.
Su motor, un bloque de dos cilindros en paralelo con 776 cc y 83 cv de potencia, encajaría perfectamente con la filosofía de las supersport actuales, y gracias a su basculante de doble viga de aluminio, su horquilla invertida KYB y unas poderosas pinzas radiales Nissin de cuatro pistones, viene perfectamente equipada para un pilotaje más deportivo.
De hecho, en su carta de presentación, la GSX-8S también viene bien dotada en términos de ayudas electrónicas: no falta el ABS, varios modos de conducción, control de tracción y un sistema de cambio rápido Quickshifter para bajar o subir marchas sin accionar el embrague.
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¿Llegaremos a ver algún día una Suzuki GSX-8R? La pelota está ahora mismo en manos de la marca japonesa. Hasta la fecha no se han filtrado detalles ni fotografías sobre su posible desarrollo, pero gracias al diseñador digital Mich Superbike, podemos imaginar cómo sería esta deportiva de media cilindrada fabricada en Hamamatsu a partir del chasis, el motor y la parte ciclo de la naked GSX-8S. Algo así en el mercado, por un precio inferior a los 10.000 euros (la Yamaha R7 cuesta 9.799 euros) seguro que sería un buen revulsivo para Suzuki.