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Remy Gardner es quizás, uno de los últimos campeones de Moto2 más inesperados de la categoría intermedia. Y no lo decimos por su velocidad y talento: nadie gana cinco carreras por casualidad y se sube siete veces al podio por una cuestión de suerte. El australiano es el justo campeón del último título de Moto2, y a pesar de haber cuajado un 2021 difícil de igualar, su entorchado es la confirmación de que un piloto puede llegar a lo más alto en el mundial con sacrificio, dedicación y una capacidad de superación difícil de encontrar en otros deportes.
El ahora piloto del Tech 3 en el Mundial de MotoGP eligió España para dar sus primeros pasos sobre dos ruedas. Lo hizo junto a su padre, el que fuera campeón del mundo de 500 cc Wayne Gardner, dejando todo lo que tenían en su Australia natal para empezar desde cero en nuestro país, primero en el Campeonato Mediterráneo de Velocidad y después en el FIM CEV Moto3, donde se dio cuenta de lo difícil que le iba a costar el peaje de acceso al mundial.
El ya proclamado campeón del mundo de Moto2 ha hablado para la revista Australian Motorcycle News sobre el largo periplo que ha tenido que atravesar desde que llegó a nuestro país en 2010, con sólo 12 años, superando rachas muy malas y una lesión seria en ambas piernas que a punto estuvo a de apartarle definitivamente de las motos.
"Digamos que no es la típica historia de Marc Márquez", cuenta entre risas Remy intentando rememorar todo lo acontecido en esta última década. "La primera vez que fuimos a España en 2010 yo no era más que un chavalín estúpido que llegaba de Australia y que sólo había hecho un par de carreras en su vida", comenta el de Sídney, que a pesar de su juventud en ese momento reconoce que pasó "momentos muy duros en los campeonatos españoles, allí los chavales eran realmente rápidos, pero poquito a poco, fui mejorando".
En 2015, tras acabar 9º en el FIM CEV Moto3 y conquistar su primer podio en el Circuito de Albacete, Remy logró un asiento a tiempo completo en el mundial junto al equipo CIP, subiéndose en ese momento a una Mahindra que era de todo menos competitiva. Tanto ese año como el siguiente, los Gardner tuvieron que hacer un esfuerzo económico mayúsculo, una situación en la que nada ayudó el divorcio de Wayne, que se estaba dejando más de 300.000 euros al año para con seguir que su hijo no perdiera su sitio en el mundial.
La suerte cambió para Remy en 2017, cuando Hervé Poncharal se dio cuenta de su potencial y le fichó para el equipo Tech 3, subiéndole a la Mistral. Por primera vez, el piloto de australiano no tenía que poner dinero sobre la mesa para poder competir, pero aquel año en Moto2 no salió como él esperaba: "El primer año con Hervé no fue nada bueno para mí, tuvimos resultados muy malos, me costaba incluso entrar en los puntos. Hubo momentos en los que pensé en hacer la maleta y marcharme, porque no tenía sentido, todo el rato era la misma mierda".
El campeón de Moto2 no oculta que en aquella época, con 17 años, todavía estaba a otras cosas: "En ese momento no hacía más que salir con chicas, ir de fiesta, hacer tonterías con el skateboard, simplemente era un niño", comenta Remy, que luego tuvo un inicio de 2018 complicado a causa de una gravísima lesión que estuvo a punto de mandarle a Australia de regreso con un billete de ida: "Me rompí ambas piernas haciendo motocross, ese fue otro de los momentos en los que pensé 'bueno, esto se ha acabado, voy a perder las piernas'. Tenía fracturas abiertas en la tibia y el peroné izquierdos, y también me había roto la tibia derecha en cinco trozos y el peroné. Sigo haciendo motocross, pero sólo para entrenar y por diversión, ya no hago más el salvaje".
Tras acabar su segundo año sobre la Mistral en la 19ª plaza del mundial, Gardner se cambió al SAG Team y se subió a la moto que en ese momento lo estaba ganando todo en la clase intermedia, la Kalex. El australiano lo tenía todo para dar ese paso adelante que tanto espera: una moto competitiva, un buen equipo y casi tres años de experiencia en la categoría.
Sin embargo, la de 2019 tampoco fue una campaña positiva para el piloto de Sídney, y a pesar de cosechar su primer podio, acabó aquel curso en una discreta 15ª posición en la general. Fue entonces cuando su vida personal dio un giro de 180º: conoció a su pareja actual y encontró en casa la estabilidad que había echado en falta los últimos años: "Aquel año empecé con mi novia Clara, que me ha ayudado muchísimo. En 2019 hubo momentos en los que me sentía un inútil, que estaba tirando por la borda todas mis oportunidades. Ella me ayudó a pasar este momento y a mantenerme positivo. Me convenció de que debía hacerlo mejor y no volverme loco sobre la moto".
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La trayectoria deportiva de Remy llegó en ese momento a un punto de inflexión: de sufrir en casi todas las carreras y no verse delante, pasó a ser un fijo en la lucha por el podio durante el 2020, un curso que cerró con cuatro subidas al cajón, una de ellas a lo más alto en la cita final de Portimao, un preludio de un 2021 en el que Gardner, bajo la tutela de Aki Ajo en el equipo oficial Red Bull KTM Ajo, logró cumplir su sueño de ser campeón del mundo de Moto2.