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Las consecuencias del COVID también afectan al negocio de las motos. Desde hace dos años, al mercado le cuesta producir motocicletas por la falta de chips, y otra serie de escollos relacionados con el suministro y fabricación de las motos y sus componentes, o mismamente el transporte mundial con las elevadas tarifas de los contenedores. Las plantas de fabricación, el personal, el aumento de la demanda o la guerra comercial entre Estados Unidos y China son algunas de las causas que explican estas consecuencias. A todo esto, ahora se suma la escasez mundial por el magnesio, y desde luego que la perspectiva no es nada positiva de cara al futuro más próximo.
El coste del magnesio se ha elevado exponencialmente por parte de su productor principal, China, que ostenta el 85% de su producción. ¿El problema? Que esta misma producción se ha reducido a la mitad. ¿Por qué? Una decisión política del gobierno municipal de la región de Yulin, que ostenta el 60% de la producción de magnesio, con nada más y nada menos que 40 fundiciones en la región, ha ordenado que se reduzca en un 50% la producción, ya que fundir magnesio consume el doble de energía que la producción de aluminio.
Las consecuencias no han tardado en llegar, y el precio del magnesio se ha visto incrementado exponencialmente. Tal es así que su precio ha pasado de ser 15.000 yuanes por tonelada (unos 2.300 dólares) hasta llegar a los 60.000 yuanes el pasado septiembre (9.400 dólares). A día de hoy, la tonelada tiene un precio de unos 40.000 yuanes (62.000 dólares), lo que sigue siendo enormemente mayor que su precio en base a un mercado regular.
Aquí es donde entra en juego el sector ya no sólo de las motos, sino también del automóvil. Las dos industrias son las grandes consumidoras del magnesio. Para crear las aleaciones de aluminio se utiliza el magnesio, y el aluminio es un componente muy importante en la producción de llantas, construcción de chasis, motores, cuadros... Lo que supone un verdadero problema para la industria.
En concreto, es un metal de aleación ligera que se puede combinar con otros metales no ferrosos como el aluminio, zinc, magnesio. De hecho es algo que se debe hacer por la poca resistencia del mismo. Se emplea en muchos componentes de las motos en 2021, como tapas del cárter, encendido y culata, llantas como las de Yamaha o Ducati Superleggera. Se oxida rápidamente, por lo que se tiene que proteger con su propio óxido. Es muy útil para aligerar componentes de motos por su poco peso en relación con otros metales. También se utiliza, por ejemplo, en MotoGP.
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La consecuencia directa es, además del tiempo de espera para la construcción y posterior recepción de las motos por concesionarios y clientes, el aumento de costes y, sobre todo, la ralentización de la industria. Por si fuera poco, a todo esto se suman los problemas de suministro de carbón, aunque parece que el inconveniente remite progresivamente en el tiempo. Lo mismo sucede con el magnesio, que progresivamente ha empezado a aumentar su producción, calmando esta escasez que tan problemática puede llegar a ser.