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Cambiar de fábrica nunca es fácil en MotoGP, y si además sucede en plena temporada, la adaptación a un nuevo prototipo siempre es más complicada cuando no tienes por delante los habituales test de pretemporada. Esto es precisamente lo que le ha sucedido a Maverick Viñales que, después de verse forzado a abandonar la disciplina de Yamaha el pasado mes de agosto, se encuentra en pleno proceso de aprendizaje con la RS-GP de Aprilia, una motocicleta radicalmente opuesta en concepto y comportamiento a la YZR-M1 que ha pilotado desde el año 2017.
Antes de poner rumbo a Portimao para disputar la que será su cuarta carrera del año con la fábrica de Noale, Maverick ha tenido la oportunidad de charlar con Motogp.com sobre lo ocurrido a lo largo de estos últimos meses, especialmente durante el pasado verano, cuando su relación con Yamaha se desgastó hasta tal punto que ambos decidieron adelantar la rescisión de su contrato cuatro meses antes de lo previsto inicialmente.
"Han sido cinco años en los que no sé por qué no he sido capaz de conseguir lo que tenía en mente, lo que sabía que podía hacer", explica el dorsal #12 en referencia a su etapa anterior en Yamaha. "Para mí también era un desafío ser campeón con Yamaha, por eso estuve allí tanto tiempo, porque no entendía por qué no podía lograrlo. Pero luchar cada día es muy cansado y al final me rendí, porque me perdí en todo este proceso".
Lo ocurrido en la primera carrera de Austria, cuando Maverick forzó en exceso el motor de su Yamaha de forma consciente, motivó que el piloto de Roses se quedara fuera de la segunda cita consecutiva del Red Bull Ring, un cisma que finalmente aceleró su divorcio definitivo con los de Iwata: "Pensaba que en esa carrera podía acabar en el podio o al menos luchar por las posiciones de arriba. Después de volver a boxes (ndr. tras la bandera roja provocada por el accidente entre Pedrosa y Savadori), todo empezó a ir mal en cuestión de 10 segundos, ¿cómo puede ser esto posible? En las últimas vueltas estaba muy frustrado, estaba fuera de mí mismo, estaba muy nervioso y enfadado. Entiendo bien lo que hizo Yamaha, no querían dejarme correr, y yo respeto esa decisión, lo hice en todo momento".
Estar fuera de la órbita de Yamaha ha permitido a Maverick alcanzar una paz mental de la que no disfrutaba cuando corría con ellos: "Mi familia veía cómo sufría, lo sabían bien porque se pasan el día conmigo. Saben lo mucho que trabajo y lo mucho que estaba sufriendo, creo que para ellos también fue un alivio salir de toda esta situación. Nunca iba hacia delante, siempre hacia atrás. Dejé de pensar en el dinero y en todas estas cosas, sólo pensaba en estar bien y feliz. Tenía que parar y reinventarme de nuevo, y eso es lo que he hecho".
Fichar por Aprilia ha permitido a Maverick reencontrarse en el box con un antiguo compañero de equipo y a un buen amigo como es Aleix Espargaró: "Es uno de los motivos principales por los que he venido a Aprilia. Tengo una buena relación con Aleix, sé que no vamos a enfrentarnos, vamos a ayudarnos el uno al otro, y esto es muy importante, porque podemos hablar sobre cómo mejorar, y esto es algo bonito. Ahora me limito a trabajar mucho con el equipo, ahora puedo ver muchas cosas que antes no podía ver en donde estaba. Desde la primera vez que llegué al box me he sentido fantástico, sentía el compromiso de la gente, y esto es lo que buscaba, lealtad".
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Pensar en ganar con Aprilia o en sumar su primer podio al manillar de la RS-GP es algo que Maverick ya contempla en un futuro no muy lejano. En la última celebrada en Misano cosechó su mejor resultado con una octava plaza, cruzando la línea de meta a escasas décimas de Aleix: "Vengo de una moto que no se movía, ahora es totalmente distinto: la entrega de par, el comportamiento de la moto... tengo que readaptarme. En el fondo soy Maverick, no he cambiado. Sea la moto que sea, seguiré siendo Maverick y estaré delante luchando por las posiciones de delante. Quiero ganar con una fábrica que todavía no lo ha conseguido, están llegando, pero quiero dar este último paso. Es algo que está muy dentro de mí, es un desafío que me he marcado", puntualiza el catalán.