 Redacción @todocircuitoweb |
Jorge Lorenzo ha aprovechado su último viaje a España para pasarse por el plató del programa de Dani Rovira, 'La Noche D', y mantener una agradable charla en la que repasó algunos momentos destacados de su exitosa carrera deportiva, especialmente aquellos que se quedaron marcados en la retina de sus seguidores como su heroica participación en el Gran Premio de los Países Bajos del año 2013 cuando sólo habían pasado dos días de su operación en la clavícula izquierda fruto de una caída durante los primeros entrenamientos libres del viernes.
En opinión de Jorge, aquella decisión fue "la mayor locura que ha hecho un piloto profesional en la vida", y recuerda que después de lo sucedido en Assen, nadie ha vuelto a repetir su gesta: "Cuando iba arrastrándome por la hierba ya sabía que me había roto la clavícula, me la había roto ya siete veces. Fletamos un avión privado, fuimos a Barcelona, me operaron esa misma noche, y por la mañana me encontraba tan bien con la anestesia que dije '¿por qué no volvemos y corremos?'".
Pese a que los médicos le habían colocado una placa en su clavícula izquierda sólo unas horas antes, el #99 regresó de inmediato a los Países Bajos y fue capaz de cruzar la línea de meta entre los cinco primeros pese al dolor que en ese momento le atravesaba todo el cuerpo: "Volvimos a Assen e hice quinto. Fue increíble. La siguiente carrera fue en Alemania 12 días después, me caí otra vez y la placa hizo 'crack'".
Otro momento que nadie puede olvidar de la larga trayectoria de Jorge Lorenzo fue su sorprendente celebración tras ganar el Gran Premio de España del año 2010. El #99 no lo dudó un segundo y se tiró a la balsa de agua que hay en el centro del Circuito de Jerez, una decisión de la que no tardaría en arrepentirse: "Esto de las celebraciones lo empezó Valentino Rossi, que era famoso por eso. Antes de Jerez, en Le Mans, gané y lo celebré con una caja de palomitas gigante, como si estuviera en el cine. Quise superarme y hacer una celebración más graciosa e impactante".
"El día antes me di una vuelta con el scooter, vi el lago y se me iluminó la cara", recuerda ahora Lorenzo con una sonrisa en la cara". "Dije, si gano me tiro al lago. La carrera empezó mal, pero me animé al final, adelanté a Rossi y a Pedrosa y gané. Además ganar en Jerez es un plus, y tenía que cumplir mi promesa. Me bajé de la moto y los comentaristas me veían corriendo, pero no sabían a dónde iba. Me tiré al lago, pero no había calculado dos cosas: no hay ninguna escalera para subir y la orilla resbala, y el casco y el mono pesan el triple en el agua, y además no podía respirar con el casco. Me empecé a quedar como 'lila', varios aficionados me estaban saludando, y cuando me empezaron a ver lila, se empezaron a preocupar. Mi ángel de la guarda fue un tío que estaba con la camiseta de Repsol, que era mi rival histórico, yo iba ahí con Yamaha FIAT. El tío se lanzó, yo pensaba que me iba a ahogar. Me cogió como en las películas".
Ser piloto de MotoGP supone un sacrificio físico constante, prácticamente al mismo nivel que el de un deportista olímpico. Ahora que no está obligado a entrenar a diario, Lorenzo aprovecha sus ratos libres para "jugar al tenis", y también esquía de vez en cuando, aunque siempre con cuidado "por la rodilla".
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Sin embargo, lo que más agradece ahora es no estar supeditado a ninguna dieta estricta: "Cuando estaba en 125, que llevas una moto que pesa 70 kilos y tiene poca potencia, tienes que pesar lo menos posible", cuenta el balear. "Cuando tenía 17 años, en el 2004, medía lo mismo que ahora, 1'71, y llegué a pensar 52 kilos. Hacía mucho cardio y bicicleta. Pechuga de pollo, ensalada y pescado a la plancha", explica Jorge, que ahora puede comer con mayor libertad aunque siempre mantiene un ojo puesto en la báscula: "Me he descuidado, he llegado a 74 kilos, y en las redes sociales me dicen 'has engordado' (risas), pero ahora estoy mejor", indica el expiloto español.
