Imagen: Michelin
 Por Cristian Ramón Marín @Crms74 | Google+ |
A todos nos han advertido alguna vez: debemos llevar cuidado con lo que decimos, porque igual se cumple. Marc Márquez pidió un compañero de equipo rápido para los dos próximos años y Alberto Puig, el nuevo team principal de HRC, le ha ‘regalado’ un pentacampeón del mundo. Al único piloto que, desde que llegó a MotoGP, ha sido capaz de arrebatarle un título de la categoría reina. A Jorge Lorenzo.
Una de las claves de este movimiento ha pasado muy desapercibida hasta ahora: Lorenzo, a día de hoy, ha ganado más carreras que Márquez. Pero pocas, muy pocas (ahora, el mallorquín tiene 67, por 64 del catalán). Las suficientes como para que ambos afronten 2019 y 2020 con la tensión de ganar y adelantar en los libros de estadísticas a uno de los mejores pilotos de MotoGP. Con sus mismas armas, además.
Lo cierto es que el movimiento de Márquez se puede calificar de valiente. Podría haber vetado a Jorge y sería comprensible, desde su punto de vista y desde el punto de vista de HRC. La marca del ala dorada tiene en su poder al mejor piloto del último lustro y perturbar esta relación tan fructífera sería un error muy grande, teniendo en cuenta la inversión económica que se mueve en un proyecto como el Repsol Honda Team.
Para entender la situación hay que tener en cuenta otro factor: quizás, Márquez se ha cansado de ganar. De ganar como lo está haciendo ahora, con relativa facilidad. Quizás necesita un reto de esa magnitud para seguir jugando con los límites, una estrategia que le ha funcionado a la perfección hasta ahora. Ha conquistado el título en cuatro de las últimas cinco temporadas, tuviera una moto casi perfecta (2014) o un prototipo inferior al de algunos rivales (2016). Si necesitaba una chispa, Puig ha encendido la más potente que ofrecía el paddock.
Lo mismo ocurre a la inversa. Si Márquez continúa con sus cifras de esta temporada, afrontará el curso 2019 por delante de Lorenzo en cuanto a número de títulos y Jorge tendrá la motivación perfecta para seguir exigiéndose al máximo tras dos años complicados. La sexta corona ronda su cabeza, dudar de ello es una locura.
El fichaje llega en el momento perfecto y tiene todos los ingredientes para una historia redonda: dos grandes rivales, una situación de igualdad numérica ideal para que se enfrenten y la intervención de Alberto Puig, con quien Lorenzo tuvo grandes diferencias en el pasado. Dos antiguos enemigos y dos contricantes muy fuertes unidos, y enfrentados, por un objetivo común: ampliar su legado en MotoGP. El orgullo de los campeones, supongo.
