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Los organizadores de WorldSBK (Dorna, la FIM y MSMA) quieren mejorar el espectáculo de la competición. Lo reconocen hasta en el reglamento técnico. Para conseguirlo, han impuesto un límite de RPM a todos los fabricantes y lo han salpimentado con la 'Cláusula de Dios'. Pueden alterar el límite de cada marca, ya sea incrementándolo o reduciéndolo, según el rendimiento. Cuando lo crean conveniente.
Lógicamente, determinar si se debe reducir el régimen de vueltas de una marca tiene un componente subjetivo. Y, para evitarlo, han buscado una empresa colaboradora —cuya identidad no se conoce todavía— para desarrollar un algoritmo que permita conocer las diferencias entre los distintos fabricantes de una forma más objetiva.
Y aquí viene lo curioso: este algoritmo se basará en la información recibida desde varias fuentes. Todavía no se han especificado cuáles serán las definitivas, pero el reglamento abre la posibilidad a algunas predecibles, como el tiempo por vuelta relativo sobre otros fabricantes, y a una sorprendente: medidores de velocidad en puntos concretos de los circuitos. Sí, radares que comprobarían la velocidad de una moto en una aceleración clave para hacer el tiempo en una pista determinada, por ejemplo.
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Aunque la nueva regulación de WSBK es rompedora, este tipo de radares ya han pisado algunos circuitos. Al menos en MotoGP. Honda, por ejemplo, trabajó con dos ingenieros y un sistema parecido durante el #ValenciaTest de 2016 para comprobar el rendimiento de su nuevo motor big bang en aquellos lugares donde estaban interesados. Uno de los puntos donde más se centraron fue a mitad de la recta principal del Ricardo Tormo.
Otros parámetros en los que se podría basar el algoritmo son el número de pilotos de cada marca, el número de vueltas lideradas, el rendimiento previo del piloto en cada circuito o si la fábrica disfruta de alguna concesión. La informática y las matemáticas, al servicio del espectáculo en el Mundial de Superbike.