 Por Alfonso Somoza @sukosomoza | Google + |
2016 ha sido un año lleno de cambios para Casey Stoner a nivel profesional y personal. El bicampeón del mundo de MotoGP comenzaba el año abandonando su puesto como piloto de pruebas dentro de HRC para regresar de nuevo a la disciplina de Ducati, marca con la que está colaborando en el desarrollo de la Desmosedici GP17 además de ofrecer su imagen como embajador de la fábrica de Borgo Panigale por todo el mundo.
En noviembre, hemos visto al piloto de Southport compartir box con Jorge Lorenzo durante el primer test del piloto mallorquín con la Ducati en Valencia, dos jornadas en las que Stoner estuvo intercambiando impresiones con el balear a la vez que le daba varios consejos de puesta a punto para una moto, la Desmosedici, con la que Casey ha pasado muchas horas en pista durante 2016.
El año terminará también con cambios para el australiano. Después de poner a la venta su mansión de 1.100 m2 valorada en 3 millones de euros -adquirida en 2012 tras su retirada-, Stoner y su mujer Adriana han comprado una espectacular villa ubicada también en la Gold Coast australiana que cuenta con una superficie de 18.000 m2, una vivienda que les ha supuesto un desembolso de 1.8 millones de euros.
La casa pertenecía a Craig Gore, antiguo propietario de un equipo de competición de V8 Supercars, que tuvo que declararse en bancarrota en el año 2012 con una deuda superior a los 282 millones de dólares australianos. La mansión cuenta con varias habitaciones de tipo suite, un cine, una sala de juegos, bodega, otra vivienda anexa para invitados, un gimnasio con sauna y una piscina que costó en su momento la friolera de 280.000 euros.
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La finca también incluye una zona para la doma ecuestre, varias cuadras, una sala veterinaria y un helipuerto que su antiguo propietario, Craig Gore, utilizaba con bastante frecuencia, hasta que el gobierno local decidió limitar sus viajes en helicóptero con una nueva normativa para mayor descanso del vecindario.
No parece un mal inicio de 2017 para la familia Stoner, desde luego.
