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Aunque todos sepamos que al producirse un accidente justo delante de nosotros no debemos concentrar nuestra atención en dicha situación, en realidad es muy difícil de no hacer, puesto que nuestro instinto nos hace mirar para ver qué sucede, más aun si la persona que está sufriendo dicho accidente es alguien cercano a nosotros.
Pese a ello hay que insistir en mantener la sangre fría de mantener una trayectoria segura para poder detenernos con calma y no comprometer así tanto nuestra seguridad como la de posibles conductores que puedan venir detrás.
Esta casuística se ve muy clara en el siguiente ejemplo, donde un grupo de motoristas disfrutan de una salida, cuando uno de ellos alarga su trayectoria lo justo para tocar la tierra del borde de la carretera perdiendo el control y yéndose al suelo. El más perjudicado es su compañero que viene justo detrás, ya que por inercia sigue su trayectoria y también se va al suelo, con la mala fortuna de fracturarse el brazo.