El motor de la S1000RR
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En esta ocasión tuve la oportunidad de hacer algunos kilómetros más por la vía pública, no importa si dentro de la urbe o perdidos en la ruta, porque opino que esta máquina se siente tan encajonada en una calle del casco antiguo de Toledo como en la autopista de Los Monegros.
Pude entonces apreciar mucho más el contraste que componen algunos detalles de esta moto nacida en las pistas cuando comparte el asfalto con otros vehículos. El primer tirón, el de más abajo, es suave y controlable; en realidad, si se tiene una mano fina y, además, conciencia de lo que se está conduciendo, es perfectamente controlable hasta el límite, cerca de las 14.000 r.p.m. Pero lo que esta S 1000 RR deja bien claro desde el principio es que llevarla más allá de las 6000 casi en cualquier marcha dentro de la vía pública supone arriesgar el físico o el carné.
Cualquiera que se suba y escuche por primera vez el rugido de la bestia que encierra esta sorprendente BMW, sea un habitual de la marca bábara de toda la vida o sólo con que haya conocido y probado varias de estas motos, tendrá que pensar de entrada que ésta S 1000 RR no es una BMW o que, al menos, se interna y va mucho más allá en la línea que la marca se ha trazado para ser distinta, llegar a otros sectores motoristas que antes ni siquiera se planteaba alcanzar y mantener al mismo tiempo la prestigiosa calidad y la imagen de sobriedad que han transmitido siempre al proponer cualquiera de sus productos.
Por otro lado, algunos se preguntarán si elevando tan arriba el régimen máximo BMW no habrá mermado la potencia en bajos a pesar de tratarse de una mil. No es así. Los softwares obran milagros y en el caso de esta BMW ha rellenado todos los posibles huecos, desde las 0 hasta las 14000 r.p.m. Hablando de abajo arriba, diremos que el motor posee una potencia más que válida para uso urbano desde el ralentí hasta las tres mil, y, prácticamente, a partir de ahí su potencia ya es utilizable en la pista. La entrega es prácticamente lineal, sin sobresaltos ni picos, aunque en este sentido debo subrayar que me ha recordado, en cierta medida, a la prueba de una moto tan carismática en el terreno de la aceleración como la V-Max.
Los picos no existen porque toda la banda de potencia es un pico, un perfecto altiplano andino, el tirón continuo representa por sí solo un enorme macizo montañoso y la entrega desde el principio al fin un vertiginoso sobresalto, si es que nos ha cogido desprevenidos.
Al hablar del motor en este modelo concreto hay que mencionar obligatoriamente la sorprendente eficacia del cambio semiautomático. Es operativo con una suavidad pasmosa desde el ralentí ; pero a medida que el régimen sube se va sincronizando todavía más y más con el empuje del motor, hasta que en el punto más alto nos hace sentir algo completamente nuevo en el concepto de la aceleración de la moto. Cada vez que encaraba la recta de meta tenía la sensación de estar pilotando algo así como un scooter supersónico.
Hablo de una sensación nueva que trataré de definir: cada vez que cambiaba de marcha por encima de las diez mil –no es necesario apurar hasta el régimen máximo para percibir esa novedosa sensación- el sincronismo del cambio era absolutamente perfecto manteniendo el gas completamente abierto. El tirón es continuo, no se siente ningún escalón al subir la palanca del cambio y por lo único que aprecias el paso a la siguiente marcha es por la diferente tonalidad del rugido con la lógica bajada de régimen del motor.