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En un mundo donde la personalización de vehículos parece haber alcanzado su apogeo, los creadores de este proyecto decidieron que transformar una BMW M 1000 R en algo tan ajeno a las dos ruedas como un Range Rover Sport SV era la mejor idea que podían tener. Todo comienza con un personaje que vive la fantasía de muchos: entrar a un concesionario de BMW, probar todos los modelos, desde una R 1300 GS hasta la futurista M 1000 RR, y salir con una flamante M 1000 R.
Una moto que, de por sí, ya viene equipada con todo lo necesario para volar a ras del suelo, pero ¿dónde está la gracia en eso? En lugar de disfrutar de su nueva adquisición, nuestro protagonista, como buen rebelde que es, decide llevarla directamente a GP Products, un taller de personalización en los Países Bajos que claramente tiene ideas bastante fuera de lo común.
La M 1000 R, ya de por sí una joya de la ingeniería con un precio que te haría pensártelo dos veces antes de llevarla a la carretera, es desnudada pieza a pieza. Desde las ruedas hasta el chasis, pasando por el sistema de suspensión y el subchasis, todo es enviado a distintos especialistas. Es aquí donde uno empieza a sospechar: ¿no sería más fácil comprar directamente el Range Rover Sport SV en lugar de intentar convertir una moto en un SUV? Pero, claro, eso sería demasiado sencillo.
El proceso de transformación avanza con una precisión casi quirúrgica. Las piezas de suspensión son enviadas a Buxur, un especialista en suspensiones, mientras que el subchasis y los paneles de carrocería son tratados con una capa de pintura que imita el acabado de bronce satinado del Range Rover Sport SV. Y sí, has leído bien: bronce satinado. Porque, obviamente, si hay algo que necesitas en una moto hipernaked diseñada para correr como el viento es un color que combine con las llantas de tu SUV de lujo.
Pero eso no es todo. Ilmberger, un experto en fabricar piezas de fibra de carbono, entra en acción y cubre la moto con un sinfín de partes personalizadas: cubiertas para el depósito de combustible, conductos de freno, protecciones para el chasis y basculante, todo hecho a medida. En este punto, uno no puede evitar preguntarse si alguien en algún momento pensó en, no sé, simplemente montar la moto y disfrutarla como viene de fábrica. Pero no, el espíritu del Range Rover tiene que prevalecer.
Una vez que todas las piezas regresan del proceso de personalización, la moto es equipada con una serie de chucherías que harían a cualquier amante de las motos hiperventilar. Ruedas de fibra de carbono de Rotobox, espejos en los extremos del manillar de Motogadget, y protectores de Evotech Performance. Y sí, por supuesto, el infaltable sistema de escape completo de Akrapovič, porque si algo falta en esta transformación es el rugido ensordecedor de una bestia mecánica que, con suerte, llegará a los 300 km/h... mientras luce como un Range Rover.
Y para rematar, el detalle más llamativo: el subchasis se pinta de un verde ácido que coincide con las pinzas de freno amarillas del SUV. No hay nada más que añadir. ¿Neón en una moto diseñada para rendir al máximo? Claro que sí, porque lo importante aquí es destacar y, si es posible, confundir a todos los que te vean pasar. No sabrán si lo que han visto es una moto, un coche, o una extraña fusión entre ambos.
Con un precio final que ronda los 56.000 euros -25.700 euros de la moto más los extras-, esta creación se encuentra en una delgada línea entre la genialidad y el exceso absoluto. Es, sin duda, una obra de arte sobre ruedas, pero uno no puede evitar preguntarse: ¿vale la pena gastar tanto para que tu BMW M 1000 R se parezca a un SUV?
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Te dejamos con el vídeo en el que cuentan todo el proceso de transformación: