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Los discos de freno son los encargados de reducir la velocidad de la moto cuando accionamos la maneta o el pedal del freno. Para ello, se genera una fricción entre las pastillas de freno y el disco, que está fijado a la llanta de la rueda. Esta fricción produce calor, que debe disiparse rápidamente para evitar que el disco se deforme o pierda eficacia.
Contar con un buen sistema de frenado es fundamental para disfrutar de la experiencia de conducción con total seguridad. Pero un buen mantenimiento del mismo también es imprescindible, para garantizar que su funcionamiento sigue siendo el correcto y para evitar cualquier incidente que surja.
Consciente de ello, NG BRAKES ha recopilado una serie de señales que pueden ser indicativo de que el rendimiento de los discos de freno de nuestra moto se ha visto comprometido y que, por tanto, ha llegado el momento de cambiarlos.
Revisa el grosor de los discos
La más evidente está directamente relacionada con el grosor de los discos de freno. En el propio núcleo del disco aparece grabada la siguiente inscripción: MIN.TH y unos milímetros concretos. Ese será el grosor mínimo que puede alcanzar sin que su rendimiento se vea comprometido.
Cada cierto tiempo, especialmente cuando el disco lleva usándose bastante, es recomendable medir el grosor con un calibre. Para quienes no dispongan de uno, hay un detalle que también puede indicar que es momento de cambio. Entre la zona de apoyo de la pastilla con el canto exterior o las zonas vírgenes de la pista de frenado se da un pequeño escalón; si ese escalón ha desaparecido puede que el grosor esté llegando ya a sus mínimos.
Ojo a las vibraciones
Las propias frenadas pueden dar también alguna pista. Si, por ejemplo, una vez los frenos ya han cogido temperatura, se notan vibraciones al frenar, eso puede indicar que existen deposiciones irregulares del ferodo. Este problema tiene solución, siempre que se coja a tiempo, por lo que es fundamental prestar mucha atención a las sensaciones durante la conducción.
Otra señal similar puede llegar desde las manetas de freno. Si se nota cierta pérdida en el tacto, aunque no tiene por qué estar directamente relacionado con un problema en el disco, sí muestra un mal funcionamiento del sistema de frenado. Lo mejor en estos casos es apostar por un chequeo completo en el taller.
Agujeros en mal estado
Otra señal evidente y fácilmente detectable tiene que ver con el estado de los agujeros de refrigeración del disco. De vez en cuando, es recomendable revisar su forma; si ésta ha perdido regularidad es una prueba inequívoca de que es necesario cambiarlo.
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Vigila posibles grietas
Por último, la señal a la que nunca se debería llegar. Cuando los discos de freno sufren un pico térmico muy alto, su estructura interna puede verse fracturada, lo que provocará que no vuelva a funcionar correctamente e incluso que llegue a doblarse. Es fundamental que, si esto, que puede manifestarse en forma de vibraciones fuertes en cada frenada, ocurre, se lleve la moto al taller de manera inmediata para cambiar el disco dañado.