Fuente: Suzuki
![]() @ADelgadoM_ | Google+ |
17 de junio de 2013, una fecha señalada para muchos. El inicio de un nueva era comenzaba tras bajar el telón un año, siete meses y 11 días antes. Fueron un total de 585 días de pensar mucho en un proyecto que tenía que reinventarse, que ser sólido y sobre todo rentable. Se marcharon cabizbajos al ver que no podían hacer frente los elevados presupuestos que les exigían desde la organización, pero volvieron con la cabeza alta y con un paquete bajo el brazo que no dejaba indiferente.
En este periodo en Suzuki no pararon de trabajar con tal de poner sobre la pista dos monturas competitivas. Lo lograron y lo hicieron con una alineación sorprendente que de algún modo han marcado la pauta a seguir en el equipo. Partieron de una base simple: era necesario tener alguien con la suficiente experiencia en MotoGP y un joven talento de categorías inferiores. Por ello optaron por Aleix Espargaró, que es considerado uno de los mejores pilotos desarrolladores de monturas, y Maverick Viñales, que venía de Moto2.
Poco o nada tiene que ver la actual estructura y funcionamiento con la de entonces. La esencia sigue estando intacta pero los objetivos son distintos. Los primeros años tenían que evolucionar un prototipo que les dio más de un quebradero de cabeza, pero sorprendía por la docilidad y manejabilidad del chasis. La GSX-RR se adaptaba a cualquier circunstancia y tapaba sus carencias explotando sus puntos fuertes.
En Suzuki no han bajado la guardia y el año 2018 fue en el que mostraron que podían estar en la lucha directa por el podio. Para ello se centraron en solucionar los problemas con los Michelin y el tren delantero. Además, no fue este aspecto el único en el que trabajaron, sino que también estrenaron un carenado que les permitirá controlar mejor el 'wheelie'.
La GSX-RR actual no ha variado en nada respecto a la de 2018, el propio Davide Brivio lo anunciaba durante la pretemporada. Solo han introducido pequeñas novedades en su montura que les han permitido exprimir al máximo su rendimiento. Este hecho ya se ha podido comprobar desde la pretemporada, cuando el equipo japonés estaba en posiciones delanteras con asiduidad.
En una de las temporadas más batalladas que se recuerdan desde hace años en la era de MotoGP, con varias marcas y candidatos al título antes del parón vacacional, en Suzuki han sabido salvar los muebles. La victoria que lograron en Austin, un trazado en el que mostraron que tenían el mejor chasis de la actual parrilla, fue un plus. Los japoneses lograron su objetivo antes de tiempo.
En le Gran Premio de Italia mostraron una vez más que no están aquí para jugar. La velocidad punta de la Suzuki es su punto débil pero las zonas reviradas permiten que toda la distancia que pierden en la recta la recuperen. Así lo hizo Alex Rins, que estuvo batallando por el podio durante buena parte de la carrera.
La GSX-RR es una montura dócil que se adapta a cualquier estilo de pilotaje. Se ha podido demostrar tanto con Alex Rins como con Joan Mir. Es cierto que quizá todavía tienen que trabajar en simulaciones de clasificación, puesto que es el apartado donde más pierden. No obstante, han logrado trabajar en distancia de carrera con unos registros sólidos y constantes que permiten a Rins estar entre los cinco primeros de forma regular.
Desde Suzuki apuntan que es una de las motos más propicias para dar el salto de la categoría intermedia a MotoGP. En unas declaraciones recogidas en El País, Davide Brivio así lo admite: “(La GSX-RR) exige un estilo de pilotaje que se parece al de la Moto2”. Por lo que, en el caso de Alex Rins, según el propio directivo "la Moto2 resultó muy propedéutica".
El estilo de pilotaje de Rins es uno de los más bonitos y estéticos de la parrilla. No le importa el centro de gravedad de la moto a la hora de trazar la curva y colocar la cabeza. Esa finura encima de la moto es algo positivo, puesto que la GSX-RR permite hacerlo. La Suzuki te permite trazar como quieras sin miedo a generar problemas de estrés en los neumáticos.
Son varias las características que más sorprenden de su estilo de pilotaje, especialmente la colocación del pie en la estribera apuntando al exterior en vez de al interior. A todo ello, los nuevos escapes dobles de la GSX-RR dan más potencia adicional a una montura que sufre en este aspecto.
En Suzuki no escatiman en gastos pese a tener uno de los presupuestos más limitados de la parrilla. Por ello, se centran en la aerodinámica. Un claro ejemplo fue la introducción del carenado 'tipo bigote' que generaba más downforce y limitaba el wheliee, permitiendo que la rueda delantera estuviese pegada al suelo durante gran parte de la vuelta.
La manejabilidad de la GSX-RR permite que los pilotos puedan exprimirla hasta la última gota de su rendimiento. Este aspecto junto a un pilotaje idóneo que minimiza los daños de sus puntos débiles, da lugar a actuaciones como la de los últimos Grandes Premios. Suzuki tiene una montura en su haber que es de las mejores de la actual parrilla.
Los de Hammamatsu tienen uno de los paquetes moto-piloto más completos de MotoGP. Los resultados hablan por si solos, suman entre los dos pilotos 140 puntos y ocupan la cuarta plaza en la clasificación por equipos. En las últimas citas cometieron serios errores en la entrada a curva al perder la rueda delantera, uno de sus puntos débiles que deberán seguir trabajando.
No pierden la paciencia en Suzuki. Saben que van por el buen camino y los resultados son positivos. La segunda mitad de la temporada será decisiva para comprender qué camino tienen que tomar desde la fábrica y el equipo de pruebas. La pérdida de concesiones no influye en esa toma de decisiones, saben qué tienen que hacer y han demostrado que aunque en Ducati vaya un paso adelantado en aerodinámica, ellos no se quedan atrás.