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Después de Francia e Italia, MotoGP vuelve a España para el GP de Catalunya, 7ª cita del Mundial 2019, que se disputará del 14 al 16 de junio en el Circuit de Barcelona-Catalunya. De las cuatro carreras que se celebran en España esta es la verdadera cita de casa para Maverick Viñales, Marc Márquez y Alex Rins, que han crecido a pocos kilómetros de la pista.
La primera piedra del circuito se colocó en febrero de 1989 y fue inaugurado el 10 de septiembre de 1991 con una carrera de coches del Campeonato Español de Turismos. La categoría de 500 llegó en 1992 y en cuatri ediciones aquí se disputó el GP de Europa, para seguidamente adoptar la denominación actual de GP de Catalunya.
El circuito tiene una cuerda de 4.627 metros, presenta cinco curvas izquierdas y ocho derechas y hace alarde de una recta principal larga 1.047 metros. Gracias a esta recta en el pasado las MotoGP han conseguido aquí numerosos récords de velocidad. Con la excepción de aquella de la recta larga, las apuradas de frenada son todas fuertes y muy cercanas una de otra. La temperatura del asfalto es particularmente alta y conlleva problemas para el enfriamiento de los frenos.
Por consiguiente, durante el GP las temperaturas de funcionamiento de los discos y de las pastillas de carbono son muy altas: no obstante esto, gracias a las inversiones en materiales y procesos de fabricación efectuadas por Brembo en los últimos diez años, el sistema de frenos resulta ser plenamente eficaz también con temperaturas próximas a los 800 grados.
Según los técnicos Brembo que atienden a los pilotos de MotoGP, el Circuit de Barcelona-Catalunya cabe en la categoría de los circuitos sumamente duros para los frenos. En una escala de 1 a 5 se le ha atribuido un índice de dificultad 5, valor atribuido también solo a los circuitos Red Bull Ring, Twin Ring Motegi y Sepang International Circuit.
Junto al circuito de Austin, el Circuit de Barcelona-Catalunya es el único de la primera mitad del campeonato en que dos veces por vuelta las MotoGP bajan casi 200 km/h frenando: en la primera curva la desaceleración es de 239 km/h, mientras que en la curva 10 es de 198 km/h.
En cada vuelta los pilotos utilizan los frenos diez veces, por un total de 32 segundos por vuelta. En la pista de Barcelona los monoplaza de Fórmula 1 utilizan los frenos durante menos de 15 segundos. Por consiguiente, en el GP de Catalunya de MotoGP se utilizan los frenos durante el 32% de la carrera, mientras que en el GP de España de F1 se utilizan solo durante un 19% de la carrera.
De las 10 frenadas del Circuit de Barcelona-Catalunya, cuatro están clasificadas como difíciles para los frenos, dos son de mediana dificultad; las restantes cuatro influyen poco sobre los sistemas de frenos. Tres de las frenadas ligeras están en la parte final de la pista.
La apurada de frenada más complicada es aquella de la primera curva: las MotoGP llegan a 340 km/h y entran en la curva a 101 km/h después de haber recorrido unos buenos 293 metros frenando. Curiosamente, los Fórmula 1 se presentan a la frenada a menor velocidad, 325 km/h, pero logran entrar en la curva a 146 km/h, velocidad que alcanzan con tan solo 119 metros de frenada.
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Para completar la frenada los pilotos de MotoGP accionan los frenos durante 5,4 segundos, aplicando una fuerza de 6,7 kg sobre la palanca. Los 1,5 g de desaceleración son 0,35 g más que la desaceleración del Alfa Romeo Giulia Quadrifoglio de 200 km/h a 0 km/h.
También dura es la curva número siete: las MotoGP bajan de 231 km/h a 105 km/h en tan solo 155 metros y 3,5 segundos. La brutalidad de la desaceleración la atestiguan los 1,3 g que los pilotos experimentan.