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 Por John Fernández @fernanduzo |
La rivalidad entre Max Biaggi y Valentino Rossi es ya un hito de la historia. El problema es que esa rivalidad se llevó también fuera de la pista, provocando situaciones bastante incómodas entre los dos ídolos nacionales italianos, y sólo podía quedar uno en pie. Varios son los episodios en los que la enemistad entre los dos italianos se mostró más que patente, llegando, incluso, hasta a las manos.
La relación entre los dos pilotos empezó con las burlas de Rossi hacia el romano por su relación con Naomi Campbell. En 2011, tras el primer título de Rossi en la categoría reina, le dedicó una peineta en Suzuka tras adelantarle en pista. Poco después, acabaron a bofetadas en la antesala del podio en Montmeló. Según explica Biaggi al medio italiano Motorsprint, los dos fueron verdugos de una enemistad que no crearon ellos.
Para él, esa rivalidad no vino sola, sino que fue provocada: "En mi opinión, en ese momento de la historia tenía que haber una gran rivalidad. La casualidad quiso que hubiera dos italianos: uno un poco mayor y otro que acababa de llegar con un gran potencial. En mi opinión, no surgió por casualidad, sino que hicieron que esta rivalidad se encendiera".
Biaggi cree que él le tocó el papel de malo, mientras que a Rossi el de bueno, algo que ya no podían cambiar: "Cuando estábamos en el año 2000 en 500, nos enfrentamos por primera vez en la misma categoría, no nos conocíamos, pero ya era como si casi hubiera pasado. Yo no había elegido el papel de malo, como tampoco Rossi había elegido el de bueno, entonces no había forma de salir de ese tipo de personajes. Tenía que ser así porque todo el mundo ha hablado de esta rivalidad planetaria y todo el mundo sigue hablando de ella".
Ese dualismo también fue alimentado por la propia prensa, que, lejos de darles un respiro, propiciaba la polémica: "Se nos engañaba fácilmente porque bastaba con que un periodista se acercara a ti y te dijera: '¿Sabes lo que ha dicho de ti? Mira lo que está escrito aquí'... Y te enseña el periódico. Al final, los dos nos dejamos utilizar un poco por este dualismo, también porque no usamos filtros. Ciertamente, cuando la rivalidad se hizo tan grande, no fue algo agradable, se convirtió en una presión".
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El tetracampeón del mundo de 250 cc recuerda especialmente un episodio que sucedió en Japón, la última vez que cruzó palabras con Rossi: "Coincidimos en Motegi, en el momento álgido de nuestra rivalidad. Estaba agotado, la rivalidad empezaba a pesarme. Estábamos en el mismo hotel y él, mi fisioterapeuta y yo estábamos en el ascensor. En un momento dado pulsé el botón de parar el ascensor y le pregunté: '¿Por qué me tocas las pelotas? ¿Qué te he hecho?' Él respondió amablemente: 'No, Max, eso es lo que dice la prensa'. Estaba casi dispuesto a creerle. No hemos vuelto a hablar de ello desde entonces".
