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Brad Binder quizás no haya sido el piloto más regular de la última temporada, pero nadie puede quitarle al sudafricano el mérito de haber si el primer ganador de una carrera de MotoGP a los mandos de una KTM, un hito que dejará grabado el nombre de Binder en los registros históricos de la compañía austriaca.
El de Potchefstroom saltó a la categoría reina en 2020 después de haber completado un ciclo de tres años en el Mundial de Moto2, categoría de la que se despidió ganando cinco de las últimas nueve carreras de la temporada 2019, cosechando además cuatro podios a lo largo del curso que le dejaron a sólo tres puntos del campeón Alex Márquez.
Binder, un piloto cuya trayectoria mundialista ha estado vinculada a KTM prácticamente desde sus comienzos, se convirtió en el primer piloto de la disciplina naranja que desembarcaba en su equipo oficial tras haber quemado todas sus etapas anteriores sobre una KTM de fábrica, empezando por la Red Bull Rookies Cup para pasar después a Moto3, Moto2 y finalmente dar el salto a MotoGP.
El sudafricano sólo necesitó tres carreras para demostrar su talento en su debut con la RC16. Fue en Brno 2020, una victoria magistral de un Binder que demostró estar a un nivel muy superior al de sus rivales en la pista checa, un circuito en el que, paradójicamente, sólo había conseguido un tercer puesto previamente cuando corría en Moto3 (2015).
El hecho de haber conquistado el primer triunfo en MotoGP para los de Mattighofen y las esperanzas que KTM ha depositado en Binder de cara a 2021 -año en el que formará pareja con Miguel Oliveira- han hecho que el piloto de 25 años sienta sobre sus hombros la presión y toda la retahíla mediática que supone competir contra los mejores pilotos del mundo.
De hecho, Binder ha revelado que ahora, al acabar las carreras, siente un malestar físico que antes no sufría al quitarse de encima todo el estrés previo de la carrera: "Lo primero que me viene después de cada carrera es un dolor de cabeza muy fuerte", cuenta Brad en declaraciones recogidas por Motorsport-total.com. "En el momento en el que me baja todo el estrés y me relajo, me entra un fuerte dolor de cabeza. Luego, por lo general, duermo muy bien la siguiente noche".
Al margen de los nervios que Binder va acumulando durante el fin de semana, ahora se suman los compromisos con la prensa y los patrocinadores que antes no tenía en Moto2, una de las consecuencias de ser piloto oficial en MotoGP: "Después de cada carrera ahora tengo muchos más compromisos con los medios. Los años anteriores era distinto, nada más cruzar la línea de meta ya estaba subido en el coche camino al aeropuerto, ahora sé que todavía no he terminado cuando he cruzado la línea de meta. Pero al margen de esos dolores de cabeza, no tengo más problemas".
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De momento, Binder sigue entrenándose a fondo durante este invierno en su Sudáfrica natal, donde tiene la suerte de disfrutar de una pista de motocross en la finca de sus padres. El #33 de KTM cuenta los días que faltan para volver a subirse a su RC16 en Losail durante la primera semana del mes de marzo en la que será la primera temporada de los austriacos en la categoría reina sin concesiones.