 Por Alfonso Somoza @sukosomoza | Google + |
A sus 35 años, Anthony West puede presumir de ser un auténtico superviviente en el mundo de la competición. Tras debutar en el Mundial de 125 cc en el año 98, el piloto de Maryborough ha ido saltando de categorías y alternando campeonatos a lo largo de sus 18 años de carrera deportiva, probando suerte en 250, MotoGP, Moto2, Mundial de Superbikes, Supersport...
West ha disfrutado de algunos momentos únicos, por ejemplo sus dos victorias en 250 (2003) y Moto2 (2014), ambas en el mismo escenario, el Circuito de Assen. También guarda en su vitrina dos triunfos en el Mundial de Supersport, los dos conseguidos en el año 2007 con Yamaha, primero en Misano y después en Silverstone.
Sin embargo, Anthony West también ha vivido la cara más amarga de este deporte. En 2012 dio positivo en Methylhexaneamina durante un control rutinario de la FIM, dando como resultado una sanción de 18 meses por dopaje que anuló los logros deportivos conseguidos por West entre mayo de 2012 y octubre de 2013, perdiendo así dos podios en el Mundial de Moto2.
Además, West también ha vivido en sus carnes el esfuerzo económico que supone mantenerse dentro de un campeonato de carácter mundial. En 2012 tuvo que vender sus motos, su coche y su casa para poder correr el Mundial de MotoGP con una CRT, y aún así no logró reunir los fondos necesarios, encontrando finalmente un asiento en Moto2.
Precisamente la falta de patrocinadores y de apoyo económico ha llevado a West a no tener muy claro su futuro deportivo más inmediato. El australiano anunciaba hace poco más de un mes su entrada como wildcard para la primera cita del Mundial de Supersport en Australia. Lo hacía con su propio equipo, el West Racing, con una Yamaha R6 y la compañía de tres amigos mecánicos que no cobrarían un duro.
El fin de semana no empezó nada bien para West. El motor de su Yamaha falló en los primeros libres del viernes cuando sólo había dado dos vueltas a Phillip Island. El FP2 se lo saltó, y en el tercer libre el motor volvió a fallar en la séptima vuelta. La Superpole 1 no fue mucho mejor, y en la sexta vuelta el motor rompió definitivamente, dejando a West 22º en la parrilla de salida.
El sábado por la tarde, aprovechando que ese fin de semana también se corría el nacional australiano de velocidad en Phillip Island, West consiguió que un amigo suyo le prestase un motor Yamaha de Supersport, con una preparación mucho más básica que la del resto de rivales del campeonato. Con la ayuda de sus amigos, West sacrificó horas de sueño para dejar la moto lista durante la noche.
El domingo, en la carrera de Supersport, West aprovechó su experiencia en el trazado de Phillip Island para colocarse delante rápidamente, y beneficiado por el toque entre Cluzel y Caricasulo en la última vuelta, logró alcanzar un tercer puesto que parecía imposible hacía sólo una hora.
"Si me hubiesen dicho que estaría en el podio antes de empezar, no lo habría creído", dijo West tras la carrera. "Tuvimos que resolver un problema, incluso tuve que buscar un motor a última hora porque corría el riesgo de no poder salir. Desde Siberia hasta Lukey Heights he pilotado con el limitador, ¡lo juro! De todos modos ha ido bien, el podio no es un resultado tan malo", añadía entre risas el australiano.
El WSBK viajará a Tailiandia en un par de semanas para la segunda cita de la temporada. Por el momento, Anthony West no sabe si podrá estar allí por el coste económico que supone semejante traslado humano y de material. "No sé si podré ir a Buri Ram, si por mi fuera estaría allí mañana, pero desgraciadamente el problema está en el presupuesto", finaliza West, que cifra en 60.000 dólares el coste total del viaje hasta Tailandia.
Fotos: Worldsbk.com
