Moriwoki

Hola a todos.

Os traigo este panorámico y a la vez detallado reportaje sobre el Gran Premio de La Bañeza que he escrito después de asistir a su 55 edición el fin de semana pasado.
No contiene ni los tiempos, ni las clasificaciones, ni las listas de inscritos; se trata de un visión descriptiva con la que trato de dar una idea y, a ser posible, trasladar de algún modo hasta lo que allí se vive cada año para que el próximo agosto os dejéis caer por este rincón de la provincia de León. La Bañeza concentra una de las formas más románticas de vivir la pasión por la moto. Espero que os guste.
Muchas gracias.

Pdata.
Aquí ganó hace ya más de treinta años mi amigo Toni Boronat. Mientras veía pasar las motos, esperaba encontrar bajo algún casco el fulgor azul de aquella mirada tuya, Toni, que tanto nos hacía temer a los que te veíamos venir. Un guiño, compañero, desde esta dimensión humana en la que todavía sobrevivo.



LA BAÑEZA: TAL COMO ÉRAMOS

Calles urbanizadas, plazas previsibles, esquinas de escuadra y curvas delineadas con cartabón; tan sólo alguna caprichosa diagonal rompe esa geometría que se antoja de parvulario para cualquier piloto acostumbrado a las grandes pistas actuales, a los circuitos permanentes extendidos por toda nuestra geografía.
Una carrera dentro de un Monopoly que desde fuera tal vez pueda sugerirse como el propio juego, pero que vivida tras el manillar de una moto, enseña, como la garra oculta de un gran felino, su lado más amenazador, inverosímil en cualquier pista del siglo XXI.



Los muros abalanzando su contundencia sobre la pista, los bordillos recortando el trazado son su filo amenazante y cada poste de cada señal acechando como un palo metálico para sacudir al primer descuido del piloto. Está prohibido caerse porque sólo el acolchado rural de la paja empaquetada te estará esperando para acogerte librarte tan sólo del impacto más superficial. Balas de paja sobre las aceras, una estridente megafonía trepando por las fachadas y unos boxes, eventuales como la página del calendario en la que se celebra esta mítica carrera. Boxes de feria sobre la angostura de una calle, en la que carpas y furgonetas comparten hacinadas la calzada con la curiosidad de un público que fluye llevando el paso entrecortado mientras contempla máquinas del pasado, viejas glorias de otros tiempos, con un orgullo local. Es la carrera de su pueblo.

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