Y hasta aquí puedo leer. Con un piñón más en el plato, hubiera ido mejor, pero eso ya es hilar muy muy fino, y para pasarlo bien no fué necesario. Acabamos tanto Paco con la 900 SS como Miky con su flamante R1 una tanda antes, pues el cansancio físico y lo bien que lo habíamos pasado, ya merecían un descanso.
Pasaron a visitarnos varios amigos, de la zona, algunos ex-compañeros de rodadas, y después de una merecida cerveza fresquita con toda la tropa, la CBR regresó a Andorra, la K5 a Barcelona y el resto a nuestros respectivos cuarteles esparcidos por Tarragona provincia.
De agradecer el detalle de Miguel Angel Castilla hacia Jose, que por causas hospitalarias no pudo venir, facilitó una próxima rodada con un buen trato. El resto de compañía, fué más que agradable y a sufrir un par de días de agüjetas, que es lo que se lleva...en los pilotos de pacotilla.
