Yo me pegué el viaje de Cantabria a Barcelona, tenía allí familia, vi la moto y quedamos en un concesionario oficial para que la revisaran antes de la venta, desde allí con su servicio de transporte me lo trajeron a casa unos días después, todo perfecto. Si la moto estaba bien, no pasaba nada, y si estaba mal, un viaje para volver a ver a la familia.
Cuando aquello no sabía ni encenderla, no lo juro, era todo un misterio para mi. Estaba tan contento que no pude valorar bien su estado porque veía un pepinón precioso. Ahora la veo y me doy cuenta del trato que tuvo (de paseo por la ciudad para ligar, osea nuevita), y sus rayones (eso fué lo malo) jeje.