Hola a todos.
Este reportaje tiene dos partes: La primera trata de mostrar con diferentes recursos lo que ha sido la Vespa en nuestro país durante los setenta, relatando también la escena de una carrera extrañísima vivida hace más de treinta años; por esa razón he querido traerlo a este foro. La segunda es una prueba de la Vespa 300 GTS con el estilo habitual de las que realizamos en Super7.
Paradógicamente, me he reencontrado ahora con mis principios en el mundo de las carreras al probar el vehículo más urbano que existe por tradición (Hice 4º y 2º en las ediciones 79 y 80, respectivamente, de las 6 Horas Internacionales Vespa de Barcelona).
Me sentí insultantemente joven (entre la foto de abajo y la de arriba, distan tan sólo 35 años y medio) durante la semana en la que disfruté de esta Vespa 300 GTS como un enano y me he sentido ahora tremendamente nostálgico al escribir su reportaje. Perdonadme tanto lirismo en un texto que sobre el papel debía de recoger el análisis frío sobre el sentido práctico de un vehículo cotidiano; pero uno, como todo motorista, tiene su corazón cuajado de romanticismo. ¡Qué le vamos a hacer!
A pesar de todo, espero que os guste.
Muchas gracias.
VESPA 300 GTS: UN EMBLEMA HISTÓRICO PRODIGIO DE AGILIDAD
Hoy traemos a Super7moto, más que una moto, o un scooter, un vehículo que escapa infinitamente más allá de su sentido práctico o incluso estético; hoy traemos un icono que por sí mismo ha constituido un fenómeno social y también cultural de los años sesenta, y buena parte de los setenta; que fue testigo, y cómplice también, de un millón de sueños y proyectos engendrados en el inagotable pozo de la ilusión que, por ejemplo, tantas y tantas parejas gestaron sobre su asiento. ¡Cuántas lunas de miel se vivieron viajando tras el manillar de una Vespa!, ¡cuántos jóvenes saliendo en escuadrones de Vespas mientras su cabeza vibraba con los ritmos yeyé!, ¡cuántas familias completas abarrotaron el asiento, el hueco tras el escudo y el portabultos de una Vespa para vivir como una pequeña aventura la salida de un domingo con una tortilla campestre como colofón!
Es muy difícil resultar objetivo y no sustraerse a la nostalgia. Por ello, permitirá el lector que en más de un pasaje de este reportaje brote la lírica fruto de la emoción que pueda embargar al autor por todo lo vivido, y tan intenso, sobre este entrañable protagonista. Y permitirá también, abusando de su condescendencia, que deje para empezar un pasaje, tan insólito como emocionante, vivido en otro tiempo que se antoja ahora, sencillamente, paleolítico:
CONTINÚA EN ...
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